Mentiras y gordas

Sinopsis:

Un grupo de jóvenes se prepara para lo que va a ser el verano de su vida, entre secretos, mentiras, sexo, confusión, noche y fiesta. No son conscientes que en ese viaje iniciático una vez comenzado no se puede echar marcha atrás, que las mentiras se van haciendo cada vez más grandes y que amar significa hacer daño.

Una alumna me ha dejado una remesa de pelis bajadas de la red, con las que me voy a poner las botas. La primera elección, no obstante, no pudo ser más desafortunada: Mentiras y gordas es la peor película que he visto en mucho tiempo, y que conste que me sabe mal decirlo porque siempre procuro defender el cine español. Para atraer al público joven, al que va destinada, cuenta con los rostros (y cuerpos) más populares de la pequeña pantalla, extraídos de la cantera de El internado, Física o química, Los hombres de Paco o Aída entre otros, todos muy guapos, sí, pues bien que lucen cacho, incluso casi más ellos que ellas. El problema reside en el argumento, en un pésimo guión firmado por los dos directores, Menkes y Albacete, y Ángeles González-Sinde, la mismísima ministra de cultura. Espero que la política se le dé mejor que la escritura; si no, aviados estamos.

Son contadas las escenas en que los personajes no están drogándose o follando, cuando no todo a la vez. No sé que es más peligroso, que muestren numerosos tipos de drogas de diseño de las que ni había oído hablar, o que se lo monten a pelo, colocados hasta las cejeas, sin apenas el menor atisbo de sentimientos ni mucho menos responsabilidad, todo desde la mera atracción física entre cuerpos danone, gordas abstenerse. No voy a ponerme en plan moralina de “qué ejemplo para la juventud”. Es que me niego a creer que los jóvenes son así en general, por mucho que desfasen algunos. En resumen, cine basura, y encima seguro que subvencionado con dinero público.