Sinopsis:
Una noche de diciembre, un cadáver yace en el suelo de la habitación 622 del Palace de Verbier, un hotel de lujo en los Alpes suizos. La investigación policial no llegará nunca a término y el paso del tiempo hará que muchos olviden lo sucedido. Años más tarde, el escritor Joël Dicker llega a ese mismo hotel para recuperarse de una ruptura sentimental. No se imagina que terminará investigando el viejo crimen, y no lo hará solo: Scarlett, la bella huésped y aspirante a novelista de la habitación contigua, lo acompañará en la búsqueda mientras intenta aprender también las claves para escribir un buen libro.
El inconveniente de crear novelas tan redondas como La verdad sobre el caso Harry Quebert, La desaparición de Stephanie Mailer y El libro de los Baltimore, es que las expectativas ante una nueva publicación son altísimas. Aquí sale airoso de ellas de no ser por un giro, de los muchos con que nos obsequia el autor, que es más propio de las películas de Misión imposible. Una vez superado este escollo, y confieso que me costó, me dejé llevar por los meandros del tiempo narrativo, con los saltos hacia adelante y hacia atrás tan característicos de Dicker, con la maestría de no confundir, ni siquiera cuando vuelve a la misma escena pero desde otro punto de vista. Al final se las arregla para que todas las numerosas piezas en las que ha desmenuzado la narración encajen en el puzle.
Otra característica del autor es el amor por la literatura y los libros, aquí encarnado en su editor fallecido y en los metapersonajes de los que no nos queda claro (ni falta que hace) si pertenecen a la metaficción o no.
La he disfrutado, pero espero más de Joël Dicker en su próxima novela.
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