Si la cosa funciona

Sinopsis:
Woody Allen regresa a Nueva York con una comedia moderna acerca de un extraño misántropo y una ingenua e impresionable joven del sur que se va de su casa. Cuando sus estrictos padres vienen a por ella, se ven rápidamente inmersos en sorprendentes y confusas situaciones románticas. Todos descubren que encontrar el amor es sólo una combinación de encuentros afortunados y de apreciar el valor de si la cosa funciona.

A veces me da la impresión de que Woody Allen se repite más que el ajo. El personaje que aquí encarna Larry David es el mismo que el propio Woody ha interpretado en numerosas ocasiones, el del señor obsesivo, maniático, hipocondríaco y, conforme pasa el tiempo, un viejo verde obsesionado por las jovencitas. A pesar de esto, la película me fue convenciendo conforme avanzaba el metraje. Sin que estemos ante una de las grandes películas de Woody Allen, sí es una buena comedia, fresca y ligera, que entronca con la línea de su mejor humor, y utiliza al protagonista para proyectar esa mirada sarcástica y corrosiva al mundo, que nos hace reflexionar, entre sonrisas, sobre lo absurdo de tantos comportamientos humanos.

Después de una sucesión de escenas surrealistas, en las que las parejas de esta historia se deshacen y se realinean de otra manera para satisfacer sus necesidades, se llega a la conclusión de que no existen reglas en el amor y de que todos debemos aprender a ser flexibles y realistas. Como dice el protagonista al final, se trata de sacar el mejor partido a los buenos momentos de la vida, una conclusión que no admite ningún tipo de reparos.

Aparte del valor intrínseco del film, me encantó toparme (brevemente, qué lastima) con Henry Cavill, el joven inglés al que quizás algunas conozcáis por su papel de Charles Brandon, el Duque de Suffolk, en la serie Los Tudor. El chico está para comérselo crudo. Os pongo una foto por si no me creéis. Le seguiré la pista, no lo dudéis.