El jueves vi en Pasapalabra cómo Pablo Díaz se llevaba un bote de más de un millón ochocientos mil euros, de los que Hacienda se queda con casi la mitad.
Suelo ver el concurso a diario y rabio de envidia de ver a personas tan sumamente inteligentes que no solo tienen vastísimos conocimientos de las múltiples acepciones de los vocablos del diccionario sino que también han de saber cualquier otra rama de estudio, desde política a zoología, pasando por música o arquitectura. Y a todo eso hay que añadir la sangre fría de estar concentrado ante las cámaras.
Me quito el sombrero, porque aunque me quitase la tapa de los sesos no me saldría ni una millonésima parte de conocimientos.
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