El domingo invité a almorzar a las Guapetonas. Me hacía especial ilusión que estuviéramos por fin las diez
del grupo juntas porque nuestra amiga María, que reside en Estados Unidos, está
pasando unas semanas en su localidad natal. Sin embargo, la felicidad no pudo ser
completa pues compromisos laborales (¡qué duro es ser autónomo de la
restauración!) impidieron a Rosa quedarse a la juerga. Eso sí, se molestó en
acercarse un minuto a felicitarme, además de prepararme una deliciosísima tarta
y comprar los aditamentos de cumpleañera: banda, corona y unos pendientes
absolutamente indecentes que me puse para la foto y me los quité de inmediato
para no ofender al resto de comensales que llenaban la tasca.
Degustamos cocas a la pala (o pizza agostera, como
bien definió Mari) y me cantaron el cumpleaños feliz mientras una vela en forma
de flor se abría al son de la misma melodía. Prodigios de la tecnología china.
Al salir del establecimiento aún se oía, para que digan de su pobre calidad.
Como los camareros no la hayan destrozado a hachazos, aún sonaría, seguro.
Me regalaron una blusa la mar de molona, un bolso y un
brazalete a juego (lo cambié por una pulsera porque su rigidez me molestaba al "conducir"), con lo que este verano voy a ser la más fashionista en
millas a la redonda.
En fin, que lo pasamos tan bien que no podremos
aguantar hasta agosto, que será el próximo cumpleaños, y ya estamos pergeñando
otra reunión.
¡Os adoro, amigas mías! Gracias por existir.
2 comentarios:
Estáis todas muy guapas, porque la alegría siempre otorga belleza. En cuanto a los pendientes, imagino que no los llevarías en la procesión de San Pedro, ¿verdad? :-DDDD
Por cierto, menuda pinta que tiene (tenía) esa tarta. Qué hambre me está entrando sólo de verla
Publicar un comentario