Sinopsis:
Desde que heredó sus poderes, Amanda no ha tenido ni un momento de descanso: entrenos, deberes, misiones... Pero todo está a punto de cambiar, porque por primera vez ha decidido tomarse el día libre para asistir al baile del instituto. Se comprará un vestido bonito, le pedirá a Jason que la acompañe y todo será genial. ¡El sueño de cualquier adolescente! Sin embargo, las cosas nunca son como una quiere. La mañana del baile, la tía Paula le encomienda a Amanda una misión: evitar que una importante tablilla sumeria que lleva años desaparecida caiga en las manos equivocadas. Y Amanda, como heredera del culto a la diosa Maat, no puede permitirlo.
Los admiradores de la escritura de Juan Gómez-Jurado y Bárbara Montes, a la espera de que publiquen sendas novelas adultas, nos tenemos que conformar con la saga juvenil de Amanda Black que ya va por la tercera entrega, tras Una herencia peligrosa y El amuleto perdido.
Evidentemente, sin ser nada desdeñables, no es lo mismo para mi yo adulto. Menos mal que no me cuesta retrotraerme a la edad en que me habría encantado dejar volar la fantasía con las peripecias de Amanda y sus amigos, seguro que hasta me habría imaginado a mí misma formando parte de la pandilla. Y qué gran homenaje al género de aventuras en un tren.
Como anécdota, detecté un pequeño error y le escribí un e-mail a Juan para que lo supiera. Siempre tan cumplido, me respondió dándome las gracias.
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