Sinopsis:
Neo vive una vida normal y corriente en San Francisco mientras su terapeuta le prescribe pastillas azules. Hasta que Morfeo le ofrece la pastilla roja y vuelve a abrir su mente al mundo de Matrix.
Pedro y yo fuimos un día al cine a ver Matrix Resurrections. A él no le entusiasmó porque decía que le faltaba espectacularidad. En parte, no le falta razón, pero para mí una persecución de coches o motos más o menos efectista me da igual. El problema es que la película original era tan novedosa en estética, efectos visuales e incluso en filosofía que es muy difícil que aquel impacto se vuelva a repetir.
La de ahora hace un extraño balance entre metraje de las anteriores con un argumento un poco pillado por los pelos, a lo que se le suma palabrería que, más que explicar, confunde. Si da la impresión de que no me gustó no fue así porque no me aburrí en las más de dos horas, que volver a ver a Neo, a Trinity e incluso a Merovingio me tocó la fibra nostálgica. También ayudó que Keanu se mantiene atractivo a su edad, que es la mía.
Conforme termina, me da que, si la taquilla acompaña, será la primera de otra trilogía. Pues bienvenida sea, que tampoco me voy a poner tiquismiquis, aunque sea solo por ver tal colección de gafas de sol molonas. Es imposible no estar de lo más cool con ellas.
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