Identidad robada

Sinopsis:
El hijo de un predicador baptista de una pequeña ciudad norteamericana, se ve obligado a participar en un programa para "curar" su homosexualidad, apoyado por la Iglesia. Cuando a los 19 años Jared Eamons cuenta a sus padres Nancy y Marshall Eamons que es gay, el joven comienza a ser presionado para que asista a un programa de terapia de conversión gay, o de lo contrario será rechazado por su familia, su amigos y la iglesia. Dentro del programa Jared entrará en conflicto con el terapeuta jefe Victor Sykes

Esta película demuestra que para provocar terror no hace falta recurrir a monstruos, espíritus o psicópatas con cuchillos o sierras mecánicas.

Esta película da mucho miedo porque no necesita de efectos sino que los monstruos son seres humanos (si es que merecen esa calificación) de apariencia común y corriente, que manipulan las mentes en el intento vano e incomprensible de convertir a otras personas en lo que no son. Y lo que es peor: poniendo a Dios como excusa.

¿Cómo se puede ser tan abominable para decir a alguien que Dios no lo ama porque su sexualidad no es la mayoritaria? Esa oscura América profunda, que parece la España de mediados del siglo XX, es la que vota a Trump, y así les / nos va.

Esos cristianos (solo de nombre), que se llenan la boca con citas de la Biblia, ¿no recuerdan que en el evangelio de San Juan se proclama que Dios es amor?

Las interpretaciones son soberbias, desde el joven Lucas Hedges a Russell Crowe y Nicole Kidman como padres, y Joel Edgerton (también director) encarnando el mal; de lo contrario no serían creíbles ni tan terroríficas.

Debería ser de visionado obligatorio para esos sectores supremacistas que representan el fundamentalismo religioso. Aunque, con lo obtusos que son, dudo que les afectase.