El día 8, por la tarde, me acerqué a la Casa de Cultura a ver este ballet. Confieso que me cuesta entender el ballet contemporáneo, tengo la absurda sensación de que, como cada bailarín va a su bola, si se equivocan nadie lo va a notar. Además, me deja agotada ver el esfuerzo físico de los cinco bailarines, tres mujeres y dos hombres.
A pesar de todo, aprecio la belleza de los cuerpos y la elegancia de los movimientos. Aun así, no éramos más de una veintena de espectadores. Una pena.
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