Sinopsis:
Carlos Ferrer es un actor, cómico y presentador de éxito con una vida perfecta hasta que 18 fatídicos segundos la cambian para siempre. Su aparición en el pregón de Carzuelo de la Frontera vestido de la Virgen del Cierzo, como un paso de Semana Santa, desata la indignación de la asociación de abogados costaleros, que lo denuncian por un delito contra los sentimientos religiosos. La querella se admite a trámite y el juez, devoto de la Virgen de su pueblo y también costalero, lo condena a prisión. Ahora, Carlos debe adaptarse a su nueva vida en la cárcel donde tendrá que pasar dos años y un día.
Tras Encerrado con el diablo, esta es la segunda serie carcelaria que vi en verano. Por supuesto, no tienen nada que ver, aparte del lugar donde transcurre la trama, de hecho, no podrían ser más distintas: la primera, puro drama angustioso, mientras que esta es un despropósito de cachondeo: ¡lo que me pude reír!
Admito que empecé a verla con muchas reticencias, temiendo que fuera una sarta de tonterías sin sentido, de esas que abundan en ciertas series españolas. También reconozco que, a priori, la presencia de Arturo Valls no me generaba mucha confianza. Me alegra tragarme mis suspicacias porque he disfrutado de esos personajes tan diversos y tan divertidos, desde los principales a los secundarios.
Teniendo como punto de partida un tema tan controvertido como los límites del humor, trata otros con inteligencia y cierto gamberrismo muy disfrutable.
Se me ha quedado corta la primera temporada y me gustaría que hubiera otra.
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