Sinopsis:
El Ministerio del Tiempo es una institución gubernamental, autónoma y secreta, que depende directamente de Presidencia de Gobierno. El paso hacia otras épocas se realiza a través de puertas vigiladas por las Patrullas del Ministerio. Su objetivo es detectar e impedir que cualquier intruso del pasado llegue a nuestro presente -o viceversa- con el fin de utilizar la Historia para su beneficio. Para ello las Patrullas tendrán que viajar al pasado y evitar que lo logren.
He disfrutado enormemente de las peripecias de esos funcionarios que viajan por nuestro tiempo, aunque nada más sea por su labor didáctica de acercar a las nuevas generaciones momentos y personajes de nuestro fecundo pasado. Por poner un ejemplo, nunca se ha hablado más de Lope de Vega en el siglo XXI que tras el episodio donde hacía gala de su piquito de oro para seducir féminas. ¿Reducción del personaje? Quizás. Pero el chaval que busca en Wikipedia si es verdad que tuvo tantas amantes a lo mejor le pica el gusanillo de la curiosidad y se pone a leer, si no una obra suya, al menos un soneto. O contemplar el Guernika. O ver una peli de Buñuel. O acordarse de lo que le explicaron en el cole de un tal Lázaro de Tormes. O saber quién fue Torquemada y qué les pasó a los judíos patrios. Nada más que por estos y otros casos valdría la pena.
Lo bueno es que carece de intención didáctica o la sabe disimular muy bien. No es una lección sino entretenimiento del bueno, con sus toques de humor, sus referencias a la cultura popular nacional, su punto de folletín y la labor de unos excelentes actores, tanto los que son el hilo conductor de los ocho capítulos como los episódicos. Esperaré con ansia la siguiente temporada de una de las mejores series españolas de los últimos tiempos.
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