domingo, 27 de agosto de 2017

¿Puede convertirse el botijo en la nueva moda ‘hipster’?



Me encantó leer este artículo en la versión digital de El país. Ojalá el botijo se convierta en la nueva moda hipster por la revitalización de las alfarerías de Agost. Espero que el Museu de Cantereria y el Ayuntamiento de Agost se adhieran a la iniciativa.

Las alpargatas, las magdalenas (aunque rebautizadas como muffins), las barberías, el vermú… Muchos son los objetos y costumbres que habíamos condenado al ostracismo y que, contra pronóstico, han vuelto a ponerse de moda, causando furor entre los hipsters (los más modernos del barrio). Pero, ¿podría añadirse pronto a esta lista el botijo? De momento, hay una campaña para que se convierta en emoji de WhatsApp, en representación de la sed. De lograrlo, quedaría oficialmente refrendado que este artilugio con el más simple de los mecanismos vuelve a estar de actualidad.
Algunos de los prototipos que se han barajado como posibles ‘emojis’ de WhatsApp.
Algunos de los prototipos que se han barajado como posibles ‘emojis’ de WhatsApp.
Existen dos hashtags en redes sociales (#YoBeboEnBotijo y #Emotijo) para hacer un poco de ruido al respecto. Detrás de la idea está el ayuntamiento de La Rambla (Córdoba), localidad donde fabrican algunos de los mejores botijos de España. Como nos explica Rafael Espejo, primer teniente de alcalde, quieren emular los pasos de la paella, convertida en emoji en diciembre de 2016: "Nos pondremos en contacto con Unicode, que es la empresa de San Francisco (EE UU) que dos veces al año elige los iconos que aparecen en aplicaciones como WhatsApp. Sabemos que los promotores del emoji de la paella tuvieron que viajar a Estados Unidos A nosotros no nos da el presupuesto para enviar un emisario, así que les mandaremos una carta de forma telemática". En junio lanzaron un botijo a la estratosfera, el cual, tras alcanzar los 30.800 metros de altitud, cayó (suavemente, en paracaídas) en el término municipal de Centedillo (Jaén).

Para dar aún mayor visibilidad al proyecto, dos vecinos de La Rambla se embarcaron hace escasos días en una iniciativa no menos excéntrica: llevar un botijo al apóstol Santiago, partiendo de Córdoba, a bordo de sendas vespinos equipadas con alforjas fabricadas para la ocasión. No queda clara la relación entre el apóstol Santiago, los botijos, las vespinos y los emojis, pero a Ladislao Nieto, uno de los peregrinos, no le importa. “Queremos darle toda la promoción que podamos a la cerámica de nuestro pueblo”, nos dice. El botijo fue recibido con todos los honores allá por donde pasaba (recepciones con alcaldes incluidas).

Un mecanismo no tan simple

Beber agua de un botijo requiere de una técnica que conviene conocer si no quieres refrescarte la camisa además del gaznate. “Hay que levantarlo por encima de la cabeza. Se coge con la mano izquierda del asa (si eres diestro), y la mano derecha se pone en la base”, explica Nieto. “La dificultad está en saber tragar el agua mientras sigue cayendo el chorro. En un par de mojadas se aprende”.

Sabemos lo que estás pensando y se lo hemos preguntado a Ladislao: ¿se pueden echar otras bebidas (por ejemplo, alcohólicas) en el botijo, para mantenerlas frescas? “Hay quien lo llena de cerveza, de calimocho o de tinto con limón”, nos sorprende. “Las personas mayores aderezan el agua con un poco de anís”. Antes de usarlo por primera vez hay que llenarlo de agua y dejarlo así durante 24 horas; al día siguiente se enjuaga un par de veces. No debe utilizarse más de dos temporadas, pero sabiendo que cuesta cinco euros el desembolso bienal no te arruinará.

Y además es saludable

Desde un punto de vista de la salud, sería bueno que el botijo recuperase el esplendor de antaño. En 1995, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid llevaron a cabo el siguiente experimento: echaron agua previamente calentada a 39 grados en un botijo, también calentado en un horno a esa temperatura. Después, dejaron el botijo a una temperatura ambiente de 27,5 grados. En poco tiempo, el agua del botijo descendió a los 24,5 grados. En condiciones menos extremas, la temperatura del agua del botijo habría sido aún menor. Esto sucede porque a través de los poros del barro blanco del botijo se filtra parte del agua, creándose así un microclima alrededor del botijo que hace que descienda la temperatura del líquido.
Crucemos eso con otro estudio. En 2013, científicos de la Universidad de Urmia (Irán) midieron el efecto hidratante del agua a diferentes temperaturas: decretaron que 16 grados es la óptima para su consumo. Dado que los frigoríficos habitualmente conservan los alimentos a una temperatura de 3 o 4 grados, parece claro que consumir agua del botijo es más saludable que hacerlo recién sacada de la nevera.

https://elpais.com/elpais/2017/08/21/icon/1503312968_981124.html?por=mosaico


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