El pasado viernes 2 tuvo lugar la tradicional cena de quintos. Este año fuimos menos que el pasado. Lo raro es que, por distintas circunstancias, faltaron algunos miembros del núcleo duro. Al final acudimos 21, más de lo que al principio me figuraba.
El menú estaba
estupendo, lo que era de esperar de acuerdo con los 27 euros que costó. Como
imaginaba, no dormí apenas esa noche, acostumbrada a cenar frugalmente. Lo
importante es que disfrutamos de una velada agradabilísima.
A lo largo de los años de reunirnos se ha creado una familiaridad que es de agradecer. No solo compartimos risas, juergas y bailes sino también reflexiones y preocupaciones, que la noche da para mucho. Por ejemplo, yo conocía a casi todas las chicas ya que compartí años escolares. Con las que llegaron después por diversos motivos también trabé amistad. De los chicos, sin embargo, solo un par fueron compañeros míos de clase. Gracias a estas cenas, nos une una camaradería que habría sido difícil de lograr en otras circunstancias.
Los años pasan,
valga la perogrullada, y con ellos los temas de conversación. Las mujeres
hablamos sobre la menopausia y los hombres se comparan las calvas a ver a quién
le ha avanzado más.
Lo cierto es que estamos
estupendos y, Dios mediante dispuestos a celebrar muchas cenas más.
2 comentarios:
me alegro de que otro año mas os reunierais.sois únicos y un ejemplo para todas las quintas.unos años vais mas.otros menos.pero vais.seguid asi
Cómo pasa el tiempo, que hace que leía tu publicación de la reunión del año pasado. Sigo insistiendo que tú luces estupenda, sin querer hacer menos a los demás jejeje.
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