jueves, 28 de julio de 2016

Calores



Lamento mucho el abandono en que se encuentra el blog. Intentaré animarlo a no mucho tardar aunque no prometo nada. Sé que comprenderéis que no pongo una excusa cuando culpo al calor. Os cuento cómo es mi jornada: nos levantamos tarde porque no nos acostamos hasta pasada la 1 de la madrugada. Se ventila el piso mientras desayunamos para, acto seguido, bajar las persianas con tal de minimizar los efectos del solano. En las horas centrales del día, desde que Pedro empieza a preparar la comida hasta pasada la sobremesa, no nos queda más remedio que poner el aire acondicionado. Si conecto el ordenador es para ver algo a distancia, que me agobia el calor que emite. A partir de las 7 de la tarde, más o menos, salgo de casa a hacer compras, recados o a la calle a leer. Por ejemplo, hoy estoy en la biblioteca, desde donde os escribo.

Dado que Pollyanna y Monty Python nos enseñaron a mirar el lado positivo de las cosas, no debería quejarme porque por las noches baja la temperatura lo suficiente para dormir sin ni siquiera ventilador.


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