Tengo el
placer y el gustazo de compartir con vosotros (previo permiso de la autora) esta hermosa poesía, lamento por la juventud que quedó atrás, de una buena amiga que escribe literatura erótica tras el seudónimo de Erin Greene. Os recomiendo que sigáis su
blog https://eringreeneblog.wordpress.com/ donde, junto a sus creaciones, podéis leer sus reflexiones sobre sexo, erotismo y literatura del género.
Tal como pasan las tardes pasaran los meses y los años,
tal como pasa la lluvia, tal como pasa el verano,
y nosotros, que nos supimos inmortales en tardes como ésta,
pasaremos también lentamente,
sin que el recuerdo pueda hacernos daño.
Una tarde alimenta toda una vida,
Un recuerdo, una herida abierta,
la visión de dos cuerpos entrelazados,
el roce suave y lento de nuestras manos,
la conmoción de abrir los ojos y verte cerca.
La dolorosa sensación de besar tus labios.
No seremos nada ya tras el pasar pausado de los veranos,
No seremos más que hojas caídas de un árbol
seremos olvido, lejanía, vejez y llanto.
Los surcos en nuestra piel y
el brillo casual de nuestros ojos cansados
serán los últimos testigos
de aquel tiempo en que nos amamos.
No seremos ya nada de lo que pudimos ser aquel verano.
Poco a poco dejaremos de pensarnos,
Tú, un día, no recordarás mi nombre,
yo iré olvidando, aunque ahora no lo crea,
tu sabor y tu tacto,
y el mundo que nos parecía una promesa
se volverá menos sueño, más terrenal y humano.
No quedará nada de nosotros dos
cuando la velocidad del tiempo nos haya alcanzado
No reposara tu recuerdo entre mis cenizas
porque la muerte lo habrá borrado.
No reposará tu luz entre las sombras
que cierren para siempre mis claros
y tu nombre se irá con la lluvia
tal como tú y yo nos hemos marchado.
Y pasarán los años, pasará la vida, pasarán todos los veranos.
Otros tendrán, como nosotros tuvimos, veinte años.
Y pasarán los siglos sin que, buscándonos,
nos hayamos reencontrado.
La eternidad será sin ti un campo desolado.
Aunque quede impreso por siempre en nuestra alma
el recuerdo de aquella tarde de un verano
cuando el mundo era grande, bello y bueno
y tú y yo tan sólo teníamos veinte años.
tal como pasa la lluvia, tal como pasa el verano,
y nosotros, que nos supimos inmortales en tardes como ésta,
pasaremos también lentamente,
sin que el recuerdo pueda hacernos daño.
Una tarde alimenta toda una vida,
Un recuerdo, una herida abierta,
la visión de dos cuerpos entrelazados,
el roce suave y lento de nuestras manos,
la conmoción de abrir los ojos y verte cerca.
La dolorosa sensación de besar tus labios.
No seremos nada ya tras el pasar pausado de los veranos,
No seremos más que hojas caídas de un árbol
seremos olvido, lejanía, vejez y llanto.
Los surcos en nuestra piel y
el brillo casual de nuestros ojos cansados
serán los últimos testigos
de aquel tiempo en que nos amamos.
No seremos ya nada de lo que pudimos ser aquel verano.
Poco a poco dejaremos de pensarnos,
Tú, un día, no recordarás mi nombre,
yo iré olvidando, aunque ahora no lo crea,
tu sabor y tu tacto,
y el mundo que nos parecía una promesa
se volverá menos sueño, más terrenal y humano.
No quedará nada de nosotros dos
cuando la velocidad del tiempo nos haya alcanzado
No reposara tu recuerdo entre mis cenizas
porque la muerte lo habrá borrado.
No reposará tu luz entre las sombras
que cierren para siempre mis claros
y tu nombre se irá con la lluvia
tal como tú y yo nos hemos marchado.
Y pasarán los años, pasará la vida, pasarán todos los veranos.
Otros tendrán, como nosotros tuvimos, veinte años.
Y pasarán los siglos sin que, buscándonos,
nos hayamos reencontrado.
La eternidad será sin ti un campo desolado.
Aunque quede impreso por siempre en nuestra alma
el recuerdo de aquella tarde de un verano
cuando el mundo era grande, bello y bueno
y tú y yo tan sólo teníamos veinte años.
2 comentarios:
Precioso Erin.Como todo lo que leo tuyo.
Muy bueno. Me recuerda a Paraules d'amor de Serrat
Publicar un comentario