martes, 19 de julio de 2016

Donde los escorpiones



Sinopsis:

Madrid, julio de 2014. Pasados los cincuenta, y ya con más pasado que futuro, el subteniente Bevilacqua, veterano investigador de homicidios de la unidad central de la Guardia Civil, recibe una llamada del responsable de operaciones internacionales. Se reclama su presencia inmediata a 6.000 kilómetros de allí, en la base española de Herat, en Afganistán.
Un militar español destinado en la base ha aparecido degollado, y, junto a él, el arma del delito: una hoz plegable de las usadas por los afganos para cortar la amapola de la que se extrae la droga que representa la principal fuente de riqueza del país.
¿Se trata del atentado de un talibán infiltrado? Podría ser, pero también que la muerte tuviera otro origen, porque el ataque no reviste la forma clásica de esa clase de acciones, sino que hace pensar en algún motivo personal.
La misión de Bevilacqua y los suyos no es otra que tratar de desenmascarar a un asesino que forzosamente ha de ser un habitante de ese espacio cerrado. Sus pesquisas, bajo el tórrido y polvoriento verano afgano, les llevarán a conocer a peculiares personajes y a adentrarse en la biografía del muerto, un veterano de misiones bélicas en el exterior que guarda más de un cadáver en el armario, para llegar a un desenlace inesperado y desconcertante.

Esta es la novena entrega de Lorenzo Silva cuyo protagonista es el subteniente Bevilacqua. Aunque las historias se pueden disfrutar de manera independiente, sin necesidad de haber leído las previas, es un placer reencontrarse con los personajes y comprobar que Vila, que es más o menos de mi quinta, ha evolucionado con la edad, novela tras novela, casi lo mismo que yo. Sin darme cuenta, me veo asintiendo con la cabeza las lúcidas reflexiones del personaje sobre distintos aspectos de la sociedad actual, como si hubiesen salido de mis labios si tuviese las dotes literarias de Lorenzo Silva. Es una delicia sumergirse en su prosa. Tanto es así que estoy aficionando a varias alumnas mías a esta saga. 

Volviendo a la novela, nos lleva a ese universo remoto llamado Afganistán, inmerso en una dimensión aún más desconocida que es la guerra. Siempre me he preguntado qué se nos ha perdido allí para enviar nuestras tropas y poner en peligro la vida de tantos compatriotas. No creo que el autor pretenda dar una justificación sino una aproximación, porque la guerra, del bando y de la motivación que sea, es imposible de justificar. Encima, es el caldo de cultivo ideal para que surja lo peor del ser humano, no hay que olvidar que se trata de una novela negra. Aunque parezca un contrasentido, en mi opinión, aquí no es lo más importante averiguar quién es el asesino sino conocer mejor la naturaleza humana.

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