El cuento de la criada

Sinopsis:

En un futuro distópico donde se ha implantado una dictadura fundamentalista, una joven se ve forzada a vivir como una concubina para dar hijos a su señor. Tras el asesinato del presidente de los Estados Unidos y la mayoría del Congreso, se instaura en el país un régimen teocrático basado en los más estrictos valores puritanos. Los Estados Unidos de América desde ese momento pasan a ser conocidos como la República de Gilead. En esa nueva sociedad la mayor parte de los valores modernos quedan olvidados. La mujer pasa a un segundo plano, siendo única y exclusivamente un objeto cuyo valor está en sus ovarios, pues hay un problema de fertilidad en Gilead...

De la lista de series pendientes que tenía al principio de verano esta es la única que he visto. No se me puede acusar de que me hayan influido las hormonas pues ni Joseph Fiennes ni Max Minghella son de mi agrado.

La historia es sobrecogedora. A través de los ojos de Elizabeth Moss, extraordinaria actriz, nos adentramos en una distopía que horroriza por lo verosímil, porque a poco que se le dé cuerda al señor Trump o a Putin o a los muchos machistas dictatoriales con poder que pululan por el mundo, nos prohibirían a las mujeres trabajar o tener cuentas bancarias propias, como retrocediendo al siglo pasado, y se nos reduciría a criadas o a vientres para parir. 

Da repelús, de verdad, pues junto a la aniquilación del poder femenino también es un régimen racista y homófobo.

Otro aspecto que me aterroriza es la capacidad de acostumbrarnos a una situación de injusticia con tal de sobrevivir. Del instinto de supervivencia humano se aprovechan los regímenes totalitarios para expandir su horror.

Además de las grandes interpretaciones, destaca la plasmación visual de esa sociedad dividida por colores, con estamentos monocromáticos tan distintos del mundo que nos muestra en flashbacks y en los que conocemos cómo cambió el mundo y la vida de los personajes.