Sinopsis:
Esta historia nos contará las peripecias de personas altas, bajas, delgadas, gruesas, guapas, no tan guapas, ojos azules, ojos verdes, pelo liso, rizado, rubio, moreno pero con algo en común: CORAZÓN.
Algo de mito y algo de realidad, agitado con polvo de estrellas, metido en una pompa de jabón da como resultado una historia con pinceladas de fábula. En ella se narra como un pobre y desgraciado jorobado consigue, gracias a su bondad, ser feliz y aprender a quererse a sí mismo; al mismo tiempo un particular Conde aprenderá a juzgar a las personas no por lo que se ve de ellas, sino por lo que esconden en su interior.
Ayer, a falta de un plan alternativo más interesante, me dirigí a la Casa de Cultura a ver esta obra de teatro infantil. Por raro que parezca, no se llenó la mitad del aforo, cuando en actos para niños suele estar a rebosar. Quizá influyó que hacía calor y muchos prefirieron disfrutar de actividades al aire libre.
Para que los críos estuviesen entretenidos, la representación era muy participativa: los cuatro actores les hacían cantar, bailar, subir al escenario y hasta jugar con globos gigantes que lanzaban a la platea.
En cuanto al supuesto mensaje de igualdad, no lo vi demasiado claro, quizá por mi punto de vista de persona con una discapacidad: el jorobado solo logra ser feliz cuando le desaparece su protuberancia dorsal, la misma que sirve para castigar al villano de la historia. No me parece bien, qué queréis que os diga. A lo mejor son solo paranoias mías, no me hagáis mucho caso. Seguro que no se percataron del detalle los niños, entre ellos mi pequeña María, que se lo pasó pipa.
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