miércoles, 20 de septiembre de 2017

La niebla y la doncella





Sinopsis:

No siempre las cosas son como parecen y a menudo, lo obvio no resulta ser lo real. Al sargento Bevilaqua, de la Guardia Civil, le encomiendan la tarea de investigar la muerte de un joven en la isla canaria de La Gomera. Todo apuntaba a Juan Luis Gómez Padilla, político de renombre en la isla, al que un tribunal popular absolvió a pesar de la aparente evidencia de las primeras pesquisas. El sargento y su inseparable cabo Chamorro intentarán esclarecer este embrollado caso, con presiones políticas y con la dificultad añadida de intentar no levantar suspicacias al reabrir un caso que sus compañeros daban por cerrado.


El miércoles pasado fuimos al cine a ver esta película, cuyas entradas me tocaron en un sorteo de internet. Aunque no hubiera sido así, tenía intención de verla de todas formas. He leído las nueve novelas de Lorenzo Silva sobre la pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, una saga que no tiene nada que envidiar a otras policiacas de la literatura europea que cuentan con repercusión mundial. Mi memoria cortoplacista, propia de un disco duro bastante repleto, me permite disfrutar del argumento como la primera vez, si bien es verdad que me iba acordando de algo conforme avanzaba el metraje. No puedo, pues, hablar de la fidelidad de la adaptación al cine. La película mantiene el interés aunque, por mero descarte, es fácil deducir el desenlace, lo que no resta mérito. Cuando leí la novela, aún no conocía la isla de La Gomera. Al ver en la pantalla lugares por los que había pasado, recordé la sensación claustrofóbica que me produjo la isla, con esos paisajes agrestes y las carreteras zigzagueantes que tanto agobio me daban.


En cuanto a las interpretaciones, con el respeto que me merece Quim Gutiérrez, no lo vi en el papel. Para mí, Bevilacqua tiene el físico, la voz y la prestancia de Roberto Enríquez. De hecho, la primera vez que lo vi fue en la adaptación de El alquimista impaciente. A partir de ahí, aparte de seguir su carrera, cada nueva novela de la saga que leía era con Roberto en mente, que ha ido madurando como el personaje. Que conste que esta apreciación no es fruto de mis hormonas, que Pedro me dijo lo mismo en cuanto acabó la proyección.


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