Sinopsis:
No
siempre las cosas son como parecen y a menudo, lo obvio no resulta ser lo real.
Al sargento Bevilaqua, de la Guardia Civil, le encomiendan la tarea de
investigar la muerte de un joven en la isla canaria de La Gomera. Todo apuntaba
a Juan Luis Gómez Padilla, político de renombre en la isla, al que un tribunal
popular absolvió a pesar de la aparente evidencia de las primeras pesquisas. El
sargento y su inseparable cabo Chamorro intentarán esclarecer este embrollado
caso, con presiones políticas y con la dificultad añadida de intentar no
levantar suspicacias al reabrir un caso que sus compañeros daban por cerrado.
El miércoles
pasado fuimos al cine a ver esta película, cuyas entradas me tocaron en un
sorteo de internet. Aunque no hubiera sido así, tenía intención de verla de
todas formas. He leído las nueve novelas de Lorenzo Silva sobre la pareja de
guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, una saga que no tiene nada que envidiar
a otras policiacas de la literatura europea que cuentan con repercusión
mundial. Mi memoria cortoplacista, propia de un disco duro bastante repleto, me
permite disfrutar del argumento como la primera vez, si bien es verdad que me
iba acordando de algo conforme avanzaba el metraje. No puedo, pues, hablar de
la fidelidad de la adaptación al cine. La película mantiene el interés aunque,
por mero descarte, es fácil deducir el desenlace, lo que no resta mérito.
Cuando leí la novela, aún no conocía la isla de La Gomera. Al ver en la
pantalla lugares por los que había pasado, recordé la sensación claustrofóbica
que me produjo la isla, con esos paisajes agrestes y las carreteras
zigzagueantes que tanto agobio me daban.
En cuanto a
las interpretaciones, con el respeto que me merece Quim Gutiérrez, no lo vi en
el papel. Para mí, Bevilacqua tiene el físico, la voz y la prestancia de
Roberto Enríquez. De hecho, la primera vez que lo vi fue en la adaptación de El alquimista impaciente. A partir de ahí, aparte de seguir su
carrera, cada nueva novela de la saga que leía era con Roberto en mente, que ha
ido madurando como el personaje. Que conste que esta apreciación no es fruto de
mis hormonas, que Pedro me dijo lo mismo en cuanto acabó la proyección.
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