sábado, 16 de junio de 2018

Màxim Huerta, ministro fugaz




Mi lesión ocular me impidió comentar en su día el nombramiento de Màxim Huerta como ministro de Cultura y Deporte en el gabinete de Pedro Sánchez. Me hizo ilusión porque he leído la mayoría de sus novelas y he asistido a dos presentaciones de ellas, una en mayo de 2009 y la otra en noviembre de 2012. También me parecía que aportaría una perspectiva fresca a la cultura, tan amada por él. La parte del deporte no la veía tan clara.

Antes de poder escribir sobre ello, me sorprendió la noticia de su dimisión porque habían saltado a la palestra
sus problemas fiscales con los ejercicios de 2006, 2007 y 2008 -fue obligado a pagar 365.938 euros tras recurrir al Tribunal Superior de Justicia de Madrid una multa que pagó a Hacienda.

No estuvo bien lo que hizo y puedo entender que la política del partido que lo nombró no lo admita. Pero también es verdad que el PSOE tiene más manzanas podridas en su cesta. Llamadme conspiranoica si veo una mano negra en la destitución, más que dimisión, y el paso fugaz de Màxim por el gobierno. Me ha dolido por él y el asedio y acoso al que se ha visto sometido en redes sociales, tanto que ha cerrado su Twitter, con lo ameno que era, que lo mismo hablaba de que se ponía a régimen como que tenía ganas de sexo.
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Espero que salga de esta crisis y nos siga obsequiando con su talento, tanto en televisión como en la literatura.


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