viernes, 4 de diciembre de 2009

La venganza de Don Mendo


Sinopsis:
Don Mendo es traicionado por su amante Magdalena, que viendo que puede acceder a un puesto cercano al Rey casándose con su valido, se vale de ello para conseguir dar rienda suelta a su ambición.

La compañía El Sprint de la Tortuga ofreció el domingo en la Casa de Cultura La venganza de Don Mendo, de Pedro Muñoz Seca, una caricatura de tragedia, en cuatro actos, estrenada en 1918. La única obra del creador del astracán que perdura gracias a su parodia de los dramas históricos y románticos del siglo XIX.
Se trataba de un espectáculo escenificado tan sólo por dos actores, Emma López y Manuel Hernández, con sólo un biombo, una cámara negra y un vestuario y utilería desorbitada para aumentar la comicidad del espectáculo. Ambos actores asumen un total de trece personajes medievales para mostrar la pasión defraudada de don Mendo por Magdalena, líos amorosos en serie y unas desdichadas repercusiones que rizan el rizo en el último acto.

Todo arranca cuando los intérpretes se ven "forzados" a realizar la escenificación sin los compañeros del reparto, lo que empuja a cambios de atuendos constantemente, tras un biombo, y a una farsa acentuada que exigía elevadas dosis de imaginación a los escasos espectadores que, a pesar del mal tiempo y del partido de fútbol, optamos por el teatro. Lo más notable es el ejercicio que supone la ágil tarea de los protagonistas en esta especie de función titiritesca. Así las cosas, El Sprint de la Tortuga simplifica el texto original y amplifica lo grotesco para burlarse de lo que ya es una parodia. No sé si mis paisanos llegaron a apreciarla en su justa medida. Al menos se rieron, lo que no es poco.

Por desgracia, una vez más, desde el escenario la actriz, arguyendo que no podía concentrarse en el verso, pidió silencio a unas niñas de la primera fila que no paraban de hablar y corretear. ¿Qué estaban haciendo sus progenitores mientras tanto? Me quejo de la poca educación de la tercera edad pero si no se la damos a los niños se convertirán en ancianos peores que los de hoy en día.

(La imagen no corresponde al cartel de la obra pues no he logrado encontrarlo.)

1 comentario:

Juanfra dijo...

El último párrafo me recuerda a cuando fuimos al cine de verano. Claro, que allí los actores no podían mandar a callar a los infantes.