To the Ends of the Earth

Sinopsis:
Sucede en 1812, cuando Europa se halla inmersa en las Guerras Napoleónicas. Edmund Talbot, un joven aristócrata, se prepara para un puesto gubernamental en Australia y para el viaje por mar de varios meses que le llevará hasta allí. Edmund espera el viaje como una aventura marina, emocionante y romántica, pero lo que se encuentra es una nave vieja, un capitán irascible y una apretada tripulación de pasajeros aburridos. Es un retrato histórico del pequeño universo formado a bordo de los eternos viajes marítimos, alejados de aventuras idílicas, donde las atracciones y las hostilidades fuerzan la madurez de sus pasajeros.

Dada mi última devoción benedictina, me he puesto a ver To the Ends of the Earth, una miniserie de tres episodios de la BBC de 2005. Bendito sea Youtube que me ha permitido bajármela entera con subtítulos en inglés. Me ha costando entenderla, incluso leyendo, porque es un lenguaje decimonónico, con muchos términos marineros que no comprendería ni estando en español. Pero he aguantado porque, aparte de su calidad, el protagonista es un jovencito y guapísimo Benedict Cumberbatch, con su color de pelo natural, para mi deleite omnipresente en casi todas las secuencias.

Qué bien le quedan los personajes de época, la perfecta encarnación del caballero británico. Cómo me gustaría tener la habilidad de los ingleses para mantener la conversación más educada en cualquier momento. Hay una escena en que los personajes apenas pueden comer porque los enseres, platos y demás van de punta a punta de la mesa de tan picado está el océano y los bandazos que da el barco. En lugar de ciscarse en todo lo que se menea, como haría cualquier español, los comensales, entre esfuerzos sobrehumanos para no caerse de las sillas y sujetar vajilla y cristalería, pálidos hasta las cejas del miedo, continúan su conversación como si nada. Si eso no es flema británica,… ¡Y lo bien que le sientan al muchacho esas camisas blancas de mangas anchas!