Tal como predijo la astróloga más reputada de San Francisco, una oleada de crímenes comienza a sacudir la ciudad. En la investigación sobre los asesinatos, el inspector Bob Martín recibirá la ayuda inesperada de un grupo de internautas especializados en juegos de rol, Ripper.
«"Mi madre todavía está viva, pero la matará el Viernes Santo a medianoche", le advirtió Amanda Martín al inspector jefe y éste no lo puso en duda, porque la chica había dado pruebas de saber más que él y todos sus colegas del Departamento de Homicidios. La mujer estaba cautiva en algún punto de los dieciocho mil kilómetros cuadrados de la bahía de San Francisco, tenían pocas horas para encontrarla con vida y él no sabía por dónde empezar a buscarla.»
Qué decepción que una de las más brillantes escritoras en lengua española haya decaído de esta manera. El presente intento de pergeñar una trama policíaca no llega nunca a enganchar, diluido entre una miríada de personajes secundarios que poco aportan. Mucho ironizar sobre la moda de la novela negra escandinava, pero de la que debería aprender unas cuantas lecciones. Ni las relaciones de amor de la protagonista ni las paterno-filiales acaban de encajar debido a un enfoque rozando lo adolescente.
¡Y esa manía de las terapias alternativas! La señora Allende se ha vuelto pseudo-hippy desde que vive en San Francisco. El contacto, más bien inmersión, en la cultura anglosajona le ha arrebatado la magia. Es una escritora de oficio, sin duda, pero sin duende.
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