Sinopsis:
El coche de Intisar es una historia basada en anécdotas reales que se ensamblan para construir el retrato de una mujer moderna en Yemen. A los seis años, Intisar descubrió que los niños podían hacer muchas más cosas que las niñas y eso no le gustó nada. Ella quería tener la misma libertad que ellos. Pensó que si hablaba como un chico, caminaba como un chico y actuaba como un chico, se convertiría en un chico. El plan funcionó un tiempo, pero dejó de hacerlo cuando alcanzó la pubertad. Entonces Intisar debió buscar una nueva forma de ejercer la libertad y la encontró sentándose al volante de un Toyota Corolla.
El escritor Pedro Riera acompañó a su mujer a Yemen cuando a ella le surgió la oportunidad de trabajar durante un año en Saná. A ambos les impactó desde el primer momento la segregación entre sexos que impera en la sociedad, y decidieron escribir un libro sobre la situación de la mujer en Yemen.
Intisar es una mujer yemení moderna (todo lo que se puede en esa sociedad) que utiliza los escasos recursos que tiene en su mano, un coche en este caso, para disfrutar lo poco que puede de la libertad. Me ha roto unos cuantos clichés más comunes sobre la mujer árabe, principalmente el que hace creer que el uso de burqa, niqab o hiyab es una imposición religiosa: en realidad es una tradición cultural -importada desde Arabia Saudí, en el caso yemení, hace apenas 60 años- contra la que nadie lucha. Tampoco ella porque el “traje de ninja” le permite pasar desapercibida en muchas ocasiones, lo que le da cierta libertad.
También echa por tierra el mito que dibuja a una fémina sometida: pese a la desigualdad de géneros, las mujeres luchan mediante la educación por ampliar su independencia y no dudan en enfrentarse a sus guardianes, los varones de la familia, ya que como en otras sociedades árabes, la fémina yemení es poco más que un eterno menor de edad. Es otro tipo de violencia de género.
1 comentario:
Ya me imagino que habrá muchas mujeres que luchen por respirar un poco de aire en esas sociedades. Opresión hay en todos los sitios, de una u otra forma (qué se puede decir de la tiranía de la imagen en nuestras sociedades occidentales), pero creo que cuando te niegan la categoría de sujeto político y de ciudadano la cosa pasa ya de castaño oscuro.
Curiosamente, es verdad que las sociedades islámicas como la de Irán apuestan fuerte por la educación femenina. No entiendo: cuanto más educado está un sujeto, más conciencia tomará de sus posibilidades y de cómo se las cercenan, ¿no? Así que tienen que saber que tarde o temprano las mujeres iraníes dirán "¡basta!" y el tinglado religioso-patriarcal se vendrá abajo ¿O no?
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