martes, 10 de abril de 2018

Martes de Pascua



El martes de Pascua es tradición en Agost ir al término rural de l'Arc a comer la empanadilla y disfrutar del aire puro. No recuerdo cuántos lustros hacía que no iba por lo poco accesible del terreno. Al saber que parte de él había sido asfaltado, me animé a acompañar a mi hermana, su nuera y las pequeñas Lucía y María. Al terminar la zona asfaltada, quise detenerme pero mi hermana insistió en adentrarnos un poco más. El lugar estaba concurrido, propiciado sin duda por la maravillosa tarde de calor.


Decidimos regresar a casa por una cuesta más larga pero asfaltada. A mitad de ella la silla se paró. No hace falta que diga que la empanadilla se me agrió al instante. Pensando qué hacer, pasaron dos coches conducidos por sendos hombres jóvenes que no dudaron en bajar de sus vehículos para subirme a pulso semejante cuesta.

Mi agradecimiento de todo corazón a ambos lo expresé por Facebook para que todo el mundo se enterase de que la gente buena existe.


2 comentarios:

carolina dijo...

De verdad que siento mucho que se te estropeara la salida festiva, Conchi. Espero que por lo menos disfrutaras un poco antes de que ocurriera el incidente con la silla.
Por cierto, las niñas están muy guapas... y el paisaje un poco seco ¿no os llueve por allí?

Conchi dijo...

No me extraña que te parezca paupérrimo nuestro paisaje. Me recuerda al comentario de los niños de mi amiga que vive en Estados Unidos cuando vieron el panorama por primera vez: ¿Esto es el desierto de España, mamá?
En efecto, vivimos en una zona desértica, no solo por la escasez de lluvias sino también por el exceso de viento. Por ejemplo, la llovizna de ayer apenas llegó a la tierra porque el viento la arrastraba. Su función fue únicamente molestar y hacer que Pedro me llevase y me recogiese en coche.