Sinopsis:
En una cena entre cuatro parejas, que se conocen de toda la vida, se propone un juego que pondrá sobre la mesa sus peores secretos: leer en voz alta los mensajes, y atender públicamente las llamadas, que reciban en sus móviles durante la cena.
Tenía muchas ganas de ver esta película porque creo que fue la española más taquillera del año pasado. Lo que se tradujo en ¿cuántas nominaciones a los premios Goya? Ninguna. Luego se les llena la boca hablando de fomentar el cine español. En fin, mejor aparco el tema, que me enervo.
Aquí nos enfrentamos a las consecuencias de la omnipresencia del teléfono móvil en nuestras vidas. Cómo, de facilitarnos la existencia, ha pasado a complicárnosla. No nos engañemos: la culpa no es del móvil sino de la estupidez humana.
También se plantea el tema de si la sinceridad está sobrevalorada y si somos más felices con mentiras de menor o mayor calibre.
Pese a que los personajes se mueven en un espacio muy reducido, lo que propiciaría una adaptación teatral, no resulta monótona. Lo cierto es que nadie diría que se trata de una película de Álex de la Iglesia, cuando la violencia apenas pasa de verbal.
Lo que no me convence es la resolución, aunque me cuesta pensar en otra que no acabe mal, que es lo que, al parecer, quiere evitar el director.
Estupendo el trabajo de los siete actores, más teniendo en cuenta que habían de mantener la espontaneidad y la continuidad a lo largo de varias semanas de rodaje en el mismo decorado. Aparte de eso, ya sabéis que tengo debilidad por Eduardo Noriega, aunque su personaje no es para enamorarse de él precisamente.
Volviendo al principio, me alegra que una película española haya recibido el apoyo de tanta gente que ha pagado por verla. Me pregunto cuánto habrán recaudado las principales premiadas con los Goya.
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