Sinopsis:
Pyongyang nos permitirá descubrir cómo es la vida en Corea del Norte vista por un dibujante canadiense que se marcha a trabajar como supervisor de dibujos animados europeos realizados en la capital norcoreana. Estamos ante un libro que refleja de forma magistral el día a día en uno de los regímenes totalitarios más cerrados del mundo. Las sorprendentes anécdotas que cuenta el autor, sirven de contrapunto frente al horror de la dictadura. Pyongyang es un reportaje apasionante realizado por un autor dotado de una mirada aguda y nada complaciente.
Guy Delisle llevó a Corea el 1984 de George Orwell que da a leer a su intérprete. Pyongyang es una visión realista de un país en el que la pesadilla de Orwell se ha convertido en realidad, pero todo ello tratado desde la rigurosidad del periodista, la perplejidad de un occidental y la ironía de un viajero curtido.
Estoy agotando el stock de novelas gráficas de la biblioteca local. Suelo tomarlas prestadas para intercalarlas entre novelas más voluminosas porque normalmente no exigen tantas horas de lectura. Muchas veces no valen la pena, pero esta me ha interesado mucho.
Más que novela, se podría enmarcar en el género documental. Aunque ahora las noticias hablan de minúsculos avances aperturistas de Corea del Norte ("Corea la buena", que diría el humorista David Broncano), este libro se publicó en 2003, y no creo que haya cambiado tanto en quince años, aparte de que el poder ha pasado de padre a hijo.
El autor canadiense Guy Delisle dibuja y relata sus vivencias como extranjero trabajando unos meses en una dictadura tan extrema y extraña que no parece de este mundo ni de esta época. A través de sus ojos y su pluma, alucinamos con semejante hermetismo de cara al exterior y el nivel de lavado de cerebro al que llega su población. O a lo peor es simplemente pavor de las represalias o el internamiento en un campo de reeducación. Menudo eufemismo.
Como muestra, este ejemplo: El autor se extraña de no ver discapacitados por las calles. Preguntado por ello, el guía, obligado acompañante, le responde: "No hay... Somos una nación muy homogénea y todos los norcoreanos nacen fuertes, inteligentes y saludables." A lo que el autor añade: "Y por el tono de voz creo que lo pensaba de verdad. ¿Hasta qué punto se puede manipular el cerebro de un individuo? Puede que aprendamos algo sobre el tema cuando el país se abra o se hunda."
Además de lo fascinante que cuenta, los dibujos en blanco y negro son claros y simpáticos, lo que ameniza aún más la lectura. Todo un acierto.
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