La gran familia española

Sinopsis:
Una boda transcurre durante la final del mundial de fútbol de Sudáfrica. Ese día de catarsis colectiva, mientras España entera se paralizaba, una familia compuesta por cinco hermanos con nombres bíblicos -Adán, Benjamín, Caleb, Daniel y Efraín-, también se va a enfrentar al partido más importante de su vida. ¿Serán capaces de ganar? ¿Vale ganar de cualquier manera? ¿Se puede perder con dignidad? ¿Hay que jugar al ataque o es mejor defenderse y jugar al contragolpe? Y sobre todo... ¿a quién se le ocurre casarse durante la final de un mundial de fútbol... y en la que juega tu selección? 

El domingo fuimos al cine. De las cinco entradas de cine gratuitas que me tocaron este verano me quedaba una por gastar antes de que caducara. Aunque había que pagar la otra a los precios de burrada que se usan por aquí, pensamos que todavía salía a cuenta. Según Pedro, se equivocó al elegir R.I.P.D., cuyo tráiler le había hecho gracia, pues sostiene que es malísima. Lástima de dinero. 

Yo al menos disfruté de La gran familia española. Me emocioné, reí e incluso se me escapó alguna lagrimilla. A ver quién es el valiente que no se implica en asuntos de la familia (léase o no con acento de Vito Corleone). Con la referencia inicial a Siete novias para siete hermanos casi me tenía ganada, pero luego lo superó con creces. Si en algún momento se le pudiera reprochar que los personajes adolezcan de estereotipados, la calidad de los actores les hace emprender el vuelo. Daniel Sánchez Arévalo tiene el pulso y la sensibilidad adecuados para dirigir un musical. Ojalá se lo plantee.

Ya en frío, temía que me hubiese gustado tanto porque en ciertos días estoy con la sensibilidad a flor de piel (lo que me da muchísima rabia), cualquier nimiedad me emociona y hasta me empuja la lagrimilla al borde del ojo. Me he quedado más tranquila al ver que está la segunda en la taquilla y, sobre todo, el revuelo que se ha montado en las redes sociales porque la Academia no la ha presentado como candidata a los Oscars.