Finiquitada. La deuda que el Ayuntamiento de Agost mantenía con los funcionarios municipales a causa de la paga extra de diciembre de 2012 que se dejó de pagar ya está saldada. El alcalde del municipio, Juan Cuenca, señalaba ayer que el consistorio acaba de ingresar a los trabajadores municipales los últimos 38.000 euros que restaban. Son un total de 53 los empleados públicos que tiene el municipio.
El Ayuntamiento de Agost ha ido pagando los algo más de 70.000 euros que debía a sus funcionarios en varios plazos. Comenzó abonando el 25 por ciento en abril de 2015, siguió haciéndolo en diciembre del mismo año y con el mismo importe. Y se quedó pendiente el resto bajo la condición de que hubiese disponible.
«El Ayuntamiento ha hecho el esfuerzo porque actualmente la situación económica es buena», explicaba el primer edil agostense. En diciembre se abonaron 19.000 euros y ahora el resto. «En seis meses hemos corregido una de las grandes injusticias cometidas», contaba el alcalde.
(Está claro que la imagen no forma parte de la noticia. La he puesto yo por dar un toque de humor que manifieste la alegría por la reparación de la injusticia. Y que conste que no soy funcionaria.)
1 comentario:
La verdad es que a mí (que sí soy funcionaria), tanto la supresión de un plumazo como la devolución a plazos de la famosa paga extra me han dejado bastante fría. En primer lugar, cuando nos la quitaron, yo hubiera comprendido que era una medida más por el bien del país, y lo hubiera aceptado de muy buena gana con tal de que no hicieran más recortes en otras áreas más sensibles que afectaban a gente más necesitada. Pero no, los altos cargos políticos no dejaron de cobrar ni un ápice (creo), y los chanchullos de corruptelas y gastos innecesarios se siguieron sucediendo alegremente, riéndose en nuestras narices.
Así que, señores del gobierno (en general, y de todos los partidos), francamente, me la pela. NO me creo lo de la recuperación, hay gente que lo necesita más y no parecen haber aprendido la lección a la hora de licitar obras perfectamente prescindibles y ayudar en cambio a gente que está pasando necesidad.
Si les parece bien devolverme ese dinero, por mí de acuerdo, a nadie le amarga un dulce, pero ese gesto me deja por completo indiferente.
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