jueves, 16 de junio de 2016

Mi gran boda griega 2



Sinopsis:
La familia Portokalos está de vuelta. Han pasado casi quince años desde que Toula e Ian se casaran. Ahora la pareja intenta sacar un poco de tiempo para ellos, y tener alguna que otra cita romántica. Mientras, lidian con Paris, su hija adolescente, que ha crecido y quiere irse a una Universidad que esté lejos de su sobreprotectora familia, que la sigue a todos lados. Y es que la joven necesita un poco de aire.

Pero entonces la familia descubre un secreto: el sacerdote que ofició la boda de los padres de Toula se olvidó de firmar el papeleo, por lo que realmente Maria y Gus no están casados. Así que otra nueva boda está en camino, y esta vez será más grande y mucho más griega. Los enredos, las risas y el choque de culturas están asegurados.


Mi gran boda griega fue una película que combinaba la comedia romántica con el costumbrismo y el divertimento propios de una familia helena, bastante exagerada desde luego, y su vida en Estados Unidos. El lunes por la noche vi la segunda parte. Sin ser tan sorprendente como la primera, pues es evidente que la mayoría de las novedades han disminuido, no es tan desdeñable como me pensaba. Conecta con ella, no solo en la mayoría de los personajes, sino también en múltiples situaciones que nos remiten a la original y cuyo recuerdo nos pone una sonrisa en la boca. Quién no se ha identificado con el cuento del Patito Feo del que se enamora un guapo príncipe, aunque no sea aristocrático.

Aunque no ha tenido apenas éxito comercial, la verdad es que me lo pasé muy bien viéndola. Será que con la edad me he vuelto menos exigente, o será que me ha dado por ahí o será que los Portokalos me recuerdan un poco a los Beneyto. O será que cualquier cosa me parecía mejor que ver el debate electoral.

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