Amigos, Mpau al habla. Vosotros pensaréis"a ver de que original tema nos habla hoy con su maravillosa verborrea" jaja... Pues yo, doña erre que erre: la red de redes (dejadme que exprima el tema a gusto, mañana ya hablaré de la última película de Claude Chabrol).
Pasión y enamoramiento es lo que yo tengo por esos maravillosos programas P2P donde se encuentro de todo y rarezas descatalogadas (como jo jaja...) que consigo en un clic. Y el último maravilloso descubrimiento son las librerías on line de libros de segunda mano. Amigos, para una lectora obsesivo compulsiva como yo esto es el séptimo cielo. Porque, Conchi, aunque te diga que en mi casa no entra ni un libro más, no me creas, es mentira porque siempre acabo comprando el penúltimo. Ay, el cerebro es débil. En estas librerías, oh asombro, se encuentran libros por 70 céntimos (en inglés, porque en español el mismo libro vale 3 o 4 euros, así que por este aspecto que no por otros, viva USA). El problema con estos bajos precios es que no me caben en mi casa, ya los tengos que poner en cajas debajo de la cama, pero estoy pensando en poner una estantería en el aseo jaja...
Mañana, más desvaríos. Salut, amics.
jueves, 16 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Hola, por favor, me gustaría que me facilitaras alguna dirección de esas librerías. Soy de los tuyos con la historia de que "aquí no entra un libro más".
Beijinhos
Soy partidaria de "nunca digas nunca jamás", sea en el terreno que sea, que en esta vida loca no sabemos con qué o con quién acabaremos topando.
Respecto a los libros, lo que sí me he propuesto firmemente es no gastarme más de 6 € en los que compre para mí, no así para regalo. De momento, lo estoy cumpliendo.
Ni por falta de espacio abandonemos el placer de la lectura, amigos.
Hola, Jesús, la librería es www.Iberlibro.com, que es una sucursal de la abeBooks norteamericana. Yo ya he comprado aquí y son totalmente fiables y eficientes, siquiendo el patrón aglosajón.
Besets.
Perdona, Jesús, un fallo, la dirección es com mayúscula: www.IberLibro.com
Nunca digas nunca jamás, me sirve de introducción, si me lo permitís, para comentar algunas impresiones mías particulares. No pretendo sentar cátedra, ni mostrar datos avalados por la universidad de Chinchinandi de Arriba ni por algún notario de la NASA. Son simples elucubraciones sacadas del vivir cotidiano jesusiano . Un vivir cotidiano jesusiano, españolito normal, que como el de todos, también está sujeto a las leyes del destino, del azar o de lo que sea.
Para mi, leer es un placer y reconozco haber tenido verdaderos orgasmos literarios con un buen libro. Leer es todo un placer, viajar con la imaginación, vivir otras historias y sentirlas próximas o lejanas a la tuya propia. Es un placer que al mismo tiempo, en determinadas ocasiones se convierte en un vicio. Uno se deja arrastrar, todo se confunde entre ambos términos, así que quien sea capaz de saber distinguir entre ciertos placeres y ciertos vicios, por favor que me dé la receta. Ya sabéis que el mundo jesusiano es un mundo hedonista, un mundo de disfrute y de búsqueda del placer, bajo la máxima ¿ qué necesidad tengo yo de sufrir?. Al mismo tiempo, también es un mundo práctico, muy práctico, terriblemente práctico. Para los que me conocéis, estas cosas ya os suenan de algo, y para los que no me conocéis ya sabéis un poco cómo es este elemento que ahora mismo escribe estas palabras.
Así que, vamos a empezar.
A todos nos cuesta mucho tiempo y esfuerzo ganar los euros. A todos nos da pavor apreciar la velocidad de vértigo con la que esos euros salen de nuestras carteras. Una verdad como un puño. Y, coño, otra verdad es que los libros son caros, el mundo editorial no nos pone las cosas fáciles a los amantes de la literatura. Nos podemos gastar una buena cantidad de dinero en un libro que esperamos nos va a encandilar y luego la realidad es diferente. Frustración por el poco placer obtenido en la lectura y mala leche por el dinero gastado en el librito. Y todos tenemos nuestras limitaciones y luego está el tema del coste de oportunidad, el dinero que te dejas en un libro es dinero que no puedes invertir en otras actividades igual de orgásmicas o más que la lectura. Te gastas el dinero y te chafan el orgasmo. Pues vamos bien.
Vale, están las ediciones baratas, el orgasmo puede ser el mismo, y encima, si la cosa no va como esperamos, la frustración, luego no es tanta. Pero todo es el dinero, también está el espacio.
Me voy dando cuenta de que cada vez voy teniendo menos apego a ciertas cosas materiales y al sentido de acumulación asociado a las cosas materiales. Uno se compra un libro, lo lee, lo disfruta más o menos, o sea mayor o menor cantidad de intensidad de orgasmo, pero luego, el libro acaba aparcado en algún lugar de la casa. ¿Cuál es la probabilidad de volver a leer ese libro?. Venga, poneros a hacer cuentas. Yo las he hecho. Todos andamos escasos de tiempo, poco tiempo hay para leer relajadamente. Uno lee el libro, y si le gusta, lo puede volver a releer ( en mi caso la probabilidad de volver a leerlo es muy pequeña); si no te gusta las probabilidades de volver a leerlo son más pequeñas ( en mi caso nulas) . Pero si nuevos libros van llegando a nuestras manos, ¿ cuándo vamos a releer los que leímos en un pasado y nos gustaron? ( de ahí que mi probabilidad de volver a leer algo sea tan pequeña, esa lucha entre “volver a leer lo ya leído” y “leer algo nuevo” la gana lo nuevo. Por lo tanto, en mi caso, las probabilidades de volver a leer son muy bajas, así que los libros ahí se van quedando aparcados.
Aparcados en unas casas que no son como las de nuestros padres o abuelos, con poco espacio y cogiendo polvo ( ¡ Anda que no cogen polvo los libros!). En el mundo jesusiano, las labores ajuareñas no son bien recibidas. Limpio, plancho, quito el polvo y otras labores ajuareñas porque no me queda más remedio, pero no disfruto con ellas, jamás he tenido ni el menos síntoma de orgasmo con un plumero, con un aspirador, con Mr Proper o la tipa esa que viene del futuro a quitar manchas. Nadie me escucha cuando digo que quiero que hagan las casas redondas, sin rincones, para limpiar mejor y que la fregona no se tropece cada dos por tres. Cuanto más acumulas, más tienes que limpiar, y para eso yo no sirvo.
Así que éstos son algunos de los argumentos que me llevan a alimentar mi placer por la lectura con otras formas alternativas a la de comprar libros. Ahí están la bibliotecas, de las cuales no me puedo quejar demasiado, en este sentido soy afortunado en mi caso. Si leo un libro de la biblioteca y me deja indiferente, pues ya vendrán tiempos mejores. Si no me gusta, sólo tengo que devolverlo y si algo me conduce al orgasmo, siempre lo puedo volver a pedir prestado o hasta me lo puedo comprar. Por lo tanto, nunca digas nuca jamás.
Querido Jesús:
Tu delicioso comentario merece una entrada propia pues no tiene desperdicio. ¿No has encontrado cómo hacerlo?
Completamente de acuerdo en todo lo que dices, desde la limpieza al coste de los libros. Este verano me estoy dando una buena panzada de leer. Entre libros de la biblioteca y propios habrán caído una veintena. El que estoy acabando, uno de J. J. Armas Marcelo, "El niño de luto y el cocinero del Papa", me está resultado un peñazo. Me consuela pensar que sólo gaste 3,60 € en él.
Publicar un comentario