martes, 25 de marzo de 2008

Científicamente comprobado: el amor es ciego


El amor es ciego, dice el refrán, y las últimas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro parecen confirmarlo. Éstas apuntan a que las personas que están realmente enamoradas pierden la capacidad de criticar a sus parejas, o lo que es lo mismo, se vuelven incapaces de ver sus defectos.

Al menos esto es lo que sucede en los casos de amor romántico o maternal, en los que se ha detectado que, ante determinados sentimientos, se activan las mismas regiones del cerebro. Paralelamente, en ambos tipos de amor se "desactiva" la zona del cerebro encargada del juicio social y de la evaluación de las personas, una situación que se reproduce tanto en humanos como en animales.

"Cuando nos enamoramos perdemos la capacidad de criticar a nuestra pareja, por lo que puede decirse que, en cierta manera, el amor es ciego", explica la neurobióloga Mara Dierssen, investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona. Mara Dierssen define el amor como algo muy simple: "Una adicción química entre dos personas". Según esta investigadora, cuando existe enamoramiento de verdad se dan, en mayor o en menor medida, una serie de circunstancias comunes, como la atracción física, el apetito sexual o el afecto y el apego duradero. Estos sentimientos desencadenan en nuestro interior un conjunto de alteraciones químicas que generan sustancias como la dopamina, responsable de la sensación de atracción, o la serotonina, implicada en los pensamientos obsesivos.


El análisis de estos aspectos, así como de la actividad cerebral, también ha permitido constatar que el cerebro de hombres y mujeres funciona de manera diferente en cuanto al amor se refiere y que cuestiones como los diferentes niveles de apetencia sexual tienen una explicación científica. "Se ha descubierto que existen diferencias entre géneros, de manera que el hombre es más sexual, tiene un apetito sexual más constante, mientras que la mujer es más sensitiva", explica Dierssen. Incluso la infidelidad afecta de manera diferente a unas y otras especies. Se sabe, por ejemplo, que sólo el 3% de los mamíferos son monógamos, como los ratones de la pradera, las orcas o el hombre

http://www.20minutos.es/noticia/362443/0/amor/cerebro/criticar/

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