viernes, 7 de marzo de 2008

Día de la Mujer


Ya sé que es mañana, pero como en fin de semana no nos leemos...

El Día de la Mujer Trabajadora es una conmemoración y no una celebración. Un día en que las mujeres exigen ser tratadas con el respeto que se merecen todos los seres humanos. Un 8 de marzo de 1857, una marcha pionera de obreras textiles recorrió los suburbios ricos de la ciudad de Nueva York para protestar por las miserables condiciones de trabajo. El 5 de marzo de 1908, en esa misma ciudad comenzó una nueva huelga de las obreras textiles, quienes reclamaban la igualdad salarial, la disminución de la jornada a diez horas y que se permitiera un tiempo para la lactancia. Un suceso que horrorizó al mundo entero, y que tuvo lugar en el contexto de esa huelga, ocurrió en la fábrica Sirtwoot Cotton, donde más de 100 mujeres perecieron en un fuego provocado por el propio dueño de la fábrica, como respuesta a la toma pacífica del local por las obreras en huelga.


El año 1977, las Naciones Unidas declararon el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El color lila con que se identifica este día se debe a que de ese tono era el tejido que estaban confeccionando las obreras el día que murieron.

http://www.educared.net/

2 comentarios:

Mari Pau dijo...

Gracias a todas estas mujeres que dieron incluso su vida por exigir nuestros derechos como seres humanos: mujeres valientes que pidieron la justa igualdad y labraron nuestro bienestar de ahora.
Gracias, estais presentes en nuestro recuerdo!,

carolina dijo...

Yo estoy en este mundo, entre otras cosas, porque hubo una mujer con un arranque como hay pocas, que se tenía que levantar a las dos de la mañana para bajar al puerto a coger con la “garrota” (cesta casi plana de mimbre que se llevaba sobre la cabeza) la pesca que descargaban los barcos y llevarla a vender por los pueblos. El hecho de que vendieran la primera carga antes de las siete de la mañana indicaba que había muchas mujeres trabajando ya a esas horas. Esa mujer, mi abuela Benedicta, tenía cinco hijos, uno de los cuales, mi madre, cuidaba de los otros pese a que no levantaba un palmo del suelo y mi abuela se iba llorando por los caminos, preocupada de lo que le podía estar pasando a sus niños, que se quedaban solos porque no tenía con quién dejarlos. Mi abuelo era pescador y pasaba todo el día fuera, y las parientes supongo que tenían sus propios problemas, así que no había manera.

Historias como ésta hay a miles, referidas a mujeres trabajadoras, cobraran o no un salario. Desde aquí me uno a tu dedicatoria, incluidas las otras categorías que mencionaste.