miércoles, 11 de febrero de 2009

Memorias de mis putas tristes


Una novela tierna y descarnada sobre los amores de un nonagenario y la obsesión por el amor y la pasión perdida al final de la vida. También se percibe en el libro el ansia de García Márquez de morir desacompañado. El autor tenía 76 años de edad cuando lo escribió. En la novela el nonagenario que nunca formó familia se encuentra por azar con una vieja prostituta, de la cual había sido un cliente asiduo desde que era una adolescente altiva. Ella, todavía en plena forma, le expresa que siempre le había querido y que hubiera sido su pareja ideal. El viejo, muy emocionado, empieza a llorar y le dice: - Es que me estoy volviendo viejo. Le cuenta la historia de la Delgadina y ella le dice: - Haz lo que quieras, pero no pierdas a esa criatura. No hay peor desgracia que morir solo.
Considerada unánimemente por la crítica como una obra maestra, supone el reencuentro de los lectores con la prosa mágica del colombiano tras diez años sin escribir una novela.

Es un libro muy cortito que se lee en un suspiro (lo aclaro porque sé que algunos huís de los tochos). Que García Márquez es un maestro de la narrativa no supone un descubrimiento para nadie. Aun así, no considero ésta como una de sus obras maestras. Tampoco entro en los vituperios que le han lanzado por parte de movimientos feministas respecto al tema de la apología de la prostitución, casi de la pederastia pues la niña que obsesiona al nonagenario y cuya virginidad quiere comprar tiene 14 años. Prefiero pensar que se trata de una licencia poética que no va a fomentar entre los lectores tales aberraciones.

1 comentario:

carolina dijo...

Yo la medio leí; o sea, que llegó a la biblioteca para ser catalogada y la picoteé un poco. Ya sé que no es manera de tratar una obra literaria, pero me picó la curiosidad y suelo tener muy poco tiempo para leer. Total, sin entrar en las excelencias de García Márquez como narrador, ni cuestionar su dominio del lenguaje, no me emocionó demasiado, tal vez porque el tema del enamoramiento entre una muchacha apenas núbil y un señor muy, pero que muy entrado en años no me parece demasiado verosímil (el que el señor se encapriche, sí, pero que la nena se quede prendada ya es otro cantar) Además, es un tópico un tanto repetido en la obra del autor, pues, si mal no recuerdo, aparece en "El otoño del patriarca", "El amor en tiempos del cólera" y en ésta. Seguro que también aparece en "Cien años de soledad", aunque lo que recuerdo en este momento es el romance otoñal entre uno de los muchos Aurelianos y la senecta Pilar Ternera.