viernes, 27 de febrero de 2009

Periodismo de sucesos: ¡todos a mojar pan!


Una vez más los El jueves han puesto el dedo en la llaga al pintar como carroñeros a "periodistas" como Ana Rosa Quintana y Jordi González (entre otros) y su infumable y abominable interés por los sucesos. Cuanta más sangre, más morbo y más audiencia. ¿No deberíamos hacer huelga de televisores apagados?


«¿Información? ¿Morbo? No; sencillamente, es la ley de la selva. Un individuo muere, y un populoso ballet cobra vida en torno a él.» Hablamos, por supuesto, de reporteros, tertulianos y medios en general que se nutren de los sucesos para llenar diarios e informativos, no ya con contenidos de interés general, sino con los que venden, con los que les darán mayor porción de share y mejores cifras en el próximo EGM.


Desde las conexiones de media tarde (Gente y España Directo) hasta los programas de actualidad petarda (¿La Noria qué formato es? Aparte de un formato de mierda, queremos decir), la televisión llena horas y horas con sucesos escabrosos, sin escatimar detalles sórdidos, sangre, llantos e incluso testimonios de víctimas y verdugos, pagándoles a todos por seguir en sus papeles. Convirtiendo la información, que es obligada y aburrida, en un telefilme de horror y lágrimas. Haciendo de la realidad serie B. Cierto, si eres la víctima y se monta este circo en torno a tu cadáver, debe de ser molesto... Pero para que la prensa viva, alguien ha de morir. Y si es de un modo macabro y dramático, mejor.


3 comentarios:

ana dijo...

La revista da en el clavo.

maria esther dijo...

¿No sera,que los espectadores lo que demandan es esto?
¿por que otros tipos de programas tienen tan poca audiencia
¿Por que no ven la 2?
¿por que no triunfa la calidad?
Hgamos todos un examen de conciencia.

carolina dijo...

Totalmente de acuerdo, Maria Esther. Creo que lo malo es que estos programas carroñeros lo único que hacen es tomar el relevo de la tasca del bar o de la fuente del pueblo, donde unos y otras se dedicaban en sus tiempos a desmenuzar noticias jugosas y reputaciones en entredicho. Dicen los expertos que el cotilleo es en realidad una muestra de nuestra evolución como animales sociales, que indica el interés que sentimos por nuestros semejantes. Puede que haya algo de verdad en esto, pero sólo hasta cierto punto. Si hablar de las vidas ajenas es parte de nuestra evolución, a lo mejor hay que ir pensando en dar el siguiente salto evolutivo. Una cosa es interesarse por lo que les pasa a los demás y compadecer sus desgracias y otra hurgar en ellas.