jueves, 20 de diciembre de 2012

Regalos que anulan mi voluntad



Soy maestra por vocación. Aunque hay días que abdicaría de mi oficio, la mayoría de ellos son satisfactorios, como los previos a la Navidad. He recibido dos regalazos de parte de mis alumnas mayores, las más generosas y detallistas.

Las del grupo de inglés me trajeron una bandeja de pastas caseras típicas navideñas, con polvorones, rosquitos de vino, palmeritas, mantecados, etc., todo buenísimo. Y por la tarde, las del grupo de Neolectores vinieron cargadas con tremenda cesta, caja más bien, que tuvo que venir Pedro a recogerla en la furgoneta. El contenido era completísimo, desde salado a dulce: salchichón, chorizo y caña de lomo ibéricos, patés, melocotón y piña en almíbar, turrón de Jijona y Alicante, surtido de galletas, bombones de Ferrero Rocher, y una botella de Peñascal y otra de sidra. Ni os imagináis la ilusión que me hizo todo.


Con regalos así, ¿quién es la valiente que se pone a régimen? Servidora intenta hacer un pequeño esfuerzo previo a los pantagruélicos banquetes que se nos avecinan y no hay manera de que la voluntad sea tan firme como los abdominales de mi sueco favorito, por poner un inocente ejemplo. La dieta habrá de esperar a la cuesta de enero, pues.


2 comentarios:

Juanfra dijo...

Ummm, ¿No podrían inventar un blog en que pudiese probarse mandando uno para acá?

Johnny dijo...

Tú disfrútalos sin culpa alguna, es como dicen "un pacer culposo", pero vale el sacrificio jejejejeje