miércoles, 27 de junio de 2012

Black Mirror


Los tres episodios que componen esta serie británica son un mazazo a la conciencia individual y colectiva de esta sociedad nuestra. Son tres capítulos que juegan con la exageración y la provocación para retratar a una sociedad adormecida, adicta al impacto visual y dominada por las nuevas tecnologías: no son las culpables de los que ocurre pero Black Mirror especula sobre las consecuencias de su uso incontrolado en manos de una sociedad cada vez menos crítica. ¿Cabe la posibilidad de que lleguemos a esos extremos? Si es así, que paren el mundo, que me bajo.


Lo mejor de Black Mirror es que los tres episodios pueden verse de forma independiente y cada uno da lugar a un montón de interpretaciones, dilemas morales y cuestiones sobre las que se puede hablar y discutir hasta el infinito. ¿Hasta qué punto se deben los políticos al pueblo? ¿Qué hacer si se nos presenta un dilema que será juzgado por millones de personas en directo y al instante? ¿Hasta qué punto debemos modificar nuestro comportamiento para satisfacer a los demás? ¿Querríamos poder recordar todo lo que vemos u oímos? ¿Querríamos no disponer del «superpoder» de la memoria perfecta cuando todos los demás la tienen en su cabeza? Ahí queda eso.


Como momento friki, me encantó ver a Rupert Everett en plan Risto Mejide. Grande, aunque la cirugía estética le hizo flaco favor.


No os la perdáis. Es ideal para que las neuronas resistan el achicharramiento del calor y del fútbol.

2 comentarios:

Johnny dijo...

Aquí hacen falta series así, nuevas, diferentes, aunque esperemos que el mundo no llegue a eso, porque yo también pido parada y me bajo.

lapurautopía dijo...

Ya sabes que a mi también me ha gustado...