Los hombres que no amaban a las mujeres

Sinopsis:

Esperando poder librarse de una acusación de difamación, el periodista Mikael Blomkvist se traslada a una remota isla del norte de Suecia, donde la muerte no esclarecida de una joven atormenta aún a su tío cuarenta años después. Sospechando que el asesino puede seguir aún en la isla, Blomkvist emprende una investigación que lo lleva a descubrir los secretos y mentiras de una poderosa y rica familia. Cuenta para ello con una extravagante aliada, la hacker punki Lisbeth Salander.

Me decidí a ver la versión de David Fincher de Los hombres que no amaban a las mujeres (curiosamente, el título original es The girl with the dragon tattoo). Por raro que parezca en mí y en mi proverbial memoria de pez, me acordaba bastante de la historia (no en vano es uno de esos libros que impactan) y temía que me aburriera. Pues no, aun sabiendo de antemano lo que va a ocurrir, me mantuvo atenta a la pantalla, empezando por unos espectaculares títulos de crédito iniciales.

En este remake nos encontramos muchos puntos comunes con su versión sueca, quizás porque las dos son adaptaciones muy fieles al libro en que se basa. En esta, como en la versión sueca, la actriz que encarna a Lisbeth Salander, ya icono literario del siglo XXI, le roba todo el protagonismo al actor principal, su presencia es imponente y nos causa bastante respeto; no sabría decir quién me gusta más, si Noomi Rapace o Rooney Mara, ambas con doble o, aunque quizá me quede con la primera; en cambio, para Blomkvist me quedo con Daniel Craig. Nada que objetar a la actuación de veteranos como Christopher Plummer o Stellan Skarsgard, papá de Alexander. También me gustó ver en un papelito al poli larguirucho de The Killing, quien, por cierto, será el nuevo Robocop.

El conjunto del largometraje está muy logrado y lo demuestra el hecho de que, a pesar de sus ciento sesenta minutos de duración, en ningún momento se me hizo larga ni pesada.