Organizada por el Casal de la Juventud local, el viernes me apunté a una excursión al recinto ferial donde se celebraba Alicante Calidad, una feria donde los municipios de mi provincia montan sus stands con información turística y de interés, junto con degustación y venta de productos típicos, donde el visitante puede conocer de primera mano la riqueza que alberga la provincia alicantina en todos sus sectores: pesca, artesanía, comercio, industria y agricultura. Como era el día de la inauguración, estaba repleto de políticos, alcaldes y demás representantes del ramo. Coincidimos incluso con el presidente de la Diputación en su discurso de apertura.
Auspiciada por la Diputación de Alicante, este organismo suministraba los autobuses y pagaba la comida mediante un sistema de vales que se entregaban a cada asistente a las excursiones. Los pitotes que montaban los jubilados en las colas del comedor eran de risa, parecían niños intentando colarse. Con razón se dice que envejecer es volver a la infancia... De todas maneras, será por la omnipresente crisis pero este año, a diferencia del anterior, he notado menos afluencia de gente y más racanería en los stands a la hora de regalar pequeños obsequios al visitante u ofrecer degustaciones gratuitas de la gastronomía de la tierra.
El stand de Agost, en comparación con pueblos mayores, es de los mejores, con grandes paneles informativos sobre las fiestas y la alfarería, nuestro tesoro local, además de contar con un alfarero demostrando su arte y oficio. Y a Diana vestida con el traje típico de ballaora, como podéis ver en la foto.
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