Basada en la novela de Alessandro Baricco, que no he leído, Seda es un drama romántico. Cuando la epidemia de la enfermedad del gusano de seda que atacó a los huevos en los criaderos europeos a mediados de 1860, se extendió a ultramar, incluso los huevos de países tan lejanos como África y la India se vieron infectados y todo el comercio europeo de seda parecía condenado a desaparecer. Para continuar con su lucrativo comercio, Baldabiou decide enviar al joven oficial militar Herve Joncour (Michael Pitt) a una peligrosa misión en Japón, separándolo durante meses de Helene (Keira Knightley), su encantadora y devota esposa y maestra de escuela. La isla que producía la más fina seda del mundo miles de años antes de la apertura del canal de Suez, Japón, prohíbe el acceso a los extranjeros.
Es de destacar en esta película la fotografía de los paisajes que el protagonista atraviesa en su peregrinación en busca de huevos de gusano de seda, atravesando Europa, las estepas rusas, Asia y el mar del Japón, para acceder a otra cultura ajena a la suya. Lo mismo cabría decir de su cuidada ambientación, pero la película no pasa de eso, de un mero transcurrir de bonitas imágenes. La historia de amor que intentan entretejer los protagonistas no consigue llegar al espectador. El desarrollo lento y la falta de penetración, dado que la historia podría dar más de sí, hacen que el espectador esté más pendiente del reloj que otra cosa, y acaban dejándole tan vacío como al protagonista al final de la película. No me acabó de convencer.
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