sábado, 29 de enero de 2011

Perdona, pero quiero casarme contigo


Sinopsis:
Segunda parte de Perdona si te llamo amor. La historia de amor continúa...

Alex y Niki están más enamorados que nunca, acaban de volver del faro en la isla de Blu donde han vivido días inolvidables. Niki se reencuentra con sus amigas, pero el grupo de las Ondas deberá afrontar grandes cambios que pondrán a prueba su amistad. Alex retoma su vida de siempre, sus viejos amigos. Ellos, Flavio, Enrico y Pietro han pasado de ser maridos serenos y seguros a tener que afrontar muchas dificultades que han puesto en peligro sus matrimonios. Y ahora todas estas personas, hombres y mujeres de diferentes edades, cada uno a su manera se encuentran para reflexionar sobre el amor. Pues, ¿existe el amor? ¿Es cierta la crisis del séptimo año? ¿Tienen razón los que dicen que un amor no puede durar más de tres años? Y después, la pregunta más difícil: ¿un amor puede durar para siempre?


Me decidí a leerla porque ya conocía la anterior y me apetecía saber cómo continuaba la historia. Con todo, me la imaginaba y siento decir que no me ha sorprendido: es tan previsible como me temía. El mérito de Moccia no reside en lo que cuenta sino en cómo lo narra: rezuma romanticismo en cada letra. Poco realista, sí, pero con los pies más en el suelo que los vampiros crepusculinos, por poner un ejemplo. Para endulzar su tarta de bodas se sirve de letras de canciones, de diálogos de películas, de referentes comunes de la cultura pop. Entre los temas que trata destacaría el miedo al compromiso que sufre (¿sufrimos?) buena parte de la población emparejada, que, si no se supera, sólo tiene dos salidas: acabar con la relación o continuarla con infidelidades. También habla de la fuerza de la amistad: las parejas pueden ir y venir pero los amigos permanecen a las duras y a las maduras. O así debería ser y con ello me quedo.
Aunque me sepa la historia, no pienso perderme la película, que un italiano como Raoul Bova bien merece el sacrificio.

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