Nuestra amiga Carolina me envió la foto de este policía real, tomada en la
manifestación del 29M. Al verlo, solo se me ocurrió cantar aquello de: Que me detenga, que soy una mentirosa, malvada y peligrosa, y no me
puedo controlar...
Canciones
y tonterías aparte, el caso es que la foto del poli macizo me ha traído a
la cabeza una anécdota que no ayudó mucho a aumentar mi autoestima. Menos mal
que no me pasó a mí sola, o sea que me puedo aplicar aquello de mal de muchas…
Veréis, el conserje del Centro Social acaba su jornada a las 20.30 y cierra la
puerta al marcharse. Media hora después acaban las clases y quienes me
acompañen, según el día, con mi llave abren, salimos y vuelven a cerrar. Un
martes por la noche, que tocaba francés, clase minoritaria sobre todo a final
de curso, solo estaban conmigo dos señoras, una mayor y otra de mi edad, esta
última alta y con tipazo. Consigue abrir pero la llave no quiere salir de la
cerradura. ¿Qué hacer? Me niego a molestar al conserje, acabada su jornada, así
que se me ocurre llamar a la policía local. Le explico el caso al agente y accede a venir al rescate.
Ya nos tenéis a las tres bellas damiselas a las
puertas del centro esperando al gentil caballero. En lugar del corcel blanco,
vemos pasar de largo el vehículo policial. Irá a aparcar, pensamos. Pasan los
minutos sin volverlo a ver y por fin me llama para preguntar dónde estábamos.
Pues en la entrada de abajo, dónde vamos a estar, no en la de arriba adonde se
había dirigido él. ¡Ni siquiera se había percatado de la presencia de las tres
hermosas damas! Nos sentimos ninguneadas, casi invisibles, menuda depresión nos
llevamos. Al menos nos lo tomamos a risa al comentarlo entre nosotras. En fin,
el caso es que el poli volvió sobre sus pasos y nos solucionó lo de la llave.
Para más inri, al día siguiente, al referirlo en clase, unas chavalas
jovenzuelas preguntaron más datos para saber cuál de los miembros del orden
público nos había hecho ese feo. Cuando se lo explicamos, respondieron al
unísono: “¡Ah, sí, el salido!”. Si no estábamos poco chafadas, aquello nos
acabó de hundir por completo. Si ni siquiera un individuo supuestamente con las hormonas desatadas se fija en nosotras, ¿qué más se puede esperar? Lo
dicho, con la autoestima por los suelos. Hasta se me han quitado las ganas de celebrar mi cumpleaños.
4 comentarios:
Por lo visto. todas van a querer ser delincuentes para ser detenidas por semejante sujeto.
Todo el mundo se fija en el poli macizo y nadie me consuela por mi pisoteada autoestima. Ten amigos para esto :-(
Un simple y burro policía no cuenta. Qué sabe él de belleza, inteligencia y refinación? No lo necesitas amiga, para ti hay cosas mejores!!!
Cuando checo el blog desde mi móvil y hago el comentario me lo publica muchas veces, por eso tengo que suprimirlos mejor por mi ordenador.
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