martes, 10 de marzo de 2009

El lado "gore" de los cuentos


Son muchas las voces que se alzan denunciando la carga de violencia y crueldad en la televisión y los videojuegos. ¿Y qué hay del lado oscuro de los cuentos populares?

Matar, despedazar o comerse a niños suele ser algo habitual (Pulgarcito), engordarlos para hacerlos más apetitosos (Hansel y Gretel), que sus padres les abandonen (Pulgarcito y Hansel y Gretel), que les vendan a cambio de comida o de otros favores (Ranpunzel, Rumpelstiltskin), o les mutilen (La niña sin manos -de los hermanos Grimm- relata como un molinero amputa las manos a su hija para salir de la pobreza).

En realidad, según explica el escritor Jesús Callejo en su libro Los dueños de los sueños, muchos de los cuentos hoy considerados como "clásicos" -la mayoría de tradición oral y origen popular- nunca tuvieron la pretensión de ser infantiles.

El francés Perrault fue uno de los primeros en recoger por escrito las narraciones populares, publicando en 1697 Historias y relatos de antaño. Perrault eliminó los detalles más escabrosos, no porque su obra fuera destinada a los niños, sino porque sería leída en la refinada corte francesa. Y remató cada historia con una moraleja que, en el caso de Caperucita, alerta contra la pederastia: a "las doncellas, en especial las señoritas bien hechas, amables y bonitas" de lo peligroso que resulta hablar con "lobos complacientes" que "las siguen hasta las casas y callejuelas".
Fue a partir del siglo XIX cuando los cuentos se consideraron "óptimos para la educación infantil" y se convirtieron "en un instrumento educativo y moralizante".

Los hermanos Grimm, en su recopilación Cuentos para la infancia y el hogar (1812 y 1815) adornaron y endulzaron las narraciones, incluso tuvieron que cambiar varios detalles de los originales para satisfacer las exigencias del público burgués. De edición en edición, la censura era cada vez más rígida, debido a la extrema dureza de las historias. Sin embargo, el trasfondo más tenebroso de éstos aún permanece en muchos títulos conocidos.

Hay quien postula que la inclusión de estos ejemplos sádicos y aterradores en los cuentos permite al niño enfrentarse a miedos y tensiones en la vida real. Según el psicoanalista Bruno Bettelheim: "Muchos padres están convencidos de que los niños (...) deberían conocer únicamente el lado bueno de las cosas. Pero la vida real no siempre es agradable".

2 comentarios:

Mari Pau dijo...

Hoy en clase de 2 de ESO he tenido que explicarles el cuento de la Cenicienta porque no les sonaba el nombre, los cuentos tradicionales se estan perdiendo frente a los videojuegos, increible.

Conchi dijo...

Qué lástima. Eso es culpa de los padres, que ya no les cuentan ni cuentos. Hala, que se entretengan con la maquinita y no den la vara.