viernes, 20 de marzo de 2009

Los abrazos rotos

Un hombre escribe, vive y ama en la oscuridad. Catorce años antes sufrió un brutal accidente de coche en la isla de Lanzarote. En el accidente no sólo perdió la vista, también perdió a Lena, la mujer de su vida.
Este hombre usa dos nombres, Harry Caine, lúdico seudónimo bajo el que firma sus trabajos literarios, relatos y guiones, y Mateo Blanco, su nombre de pila real, con el que vive y firma las películas que dirige. Después del accidente, Mateo Blanco se reduce a su seudónimo, Harry Caine. Si no puede dirigir películas se impone sobrevivir con la idea de que Mateo Blanco murió en Lanzarote junto a su amada Lena.
En la actualidad, Harry Caine vive gracias a los guiones que escribe y a la ayuda de su antigua y fiel directora de producción, Judit García, y de Diego, el hijo de ésta, secretario, mecanógrafo y lazarillo.
Desde que decidiera vivir y contar historias, Harry es un ciego activo y atractivo que ha desarrollado todos sus otros sentidos para disfrutar de la vida, a base de ironía y una amnesia autoinducida. Ha borrado de su biografía toda sombra de su primera identidad, Mateo Blanco.
Una noche Diego tiene un accidente y Harry se hace cargo de él (su madre, Judit, está fuera de Madrid y deciden no comunicarle nada para no alarmarla). En las primeras noches de convalecencia, Diego le pregunta por la época en que respondía al nombre de Mateo Blanco, después de un momento de estupor Harry no sabe negarse y le cuenta a Diego lo ocurrido catorce años antes con la intención de entretenerle, como un padre le cuenta un cuento a su hijo pequeño para que se duerma.
La historia de Mateo, Lena, Judit y Ernesto Martel es una historia de "amour fou", dominada por la fatalidad, los celos, el abuso de poder, la traición y el complejo de culpa. Una historia emocionante y terrible cuya imagen más expresiva es la foto de dos amantes abrazados, rota en mil pedazos.

¿ Alguien recuerda la imgen final de "La Mala Educación"?.
Os la recuerdo. La palabra "pasión" escrita en una pared.

Pasión es lo que le falta a esta película.
Tiene pocos diálogos delirantes ( eso sí, Carmen Machi soberbia, como se come las magdalenas), algo de la típica estética almodovariana, pero todas sus chicas muy encorsetadas. No ha sabido aprovechar el monstruo escénico que es la Portillo y ha hecho que Pe regrese a sus tiempos de La Quinta Marcha.

Ni siquiera esos impresionantes zapatos rojos de tacón alto me ayudan a definir esta película con un término que vaya más allá del correcto.

Pedro, entiendo que quieras experimentar cosas nuevas, pero nunca has sabiso tratarme a los chicos como a las chicas. A ellas les sacas todo su juego en su rol de protagoinistas, pero con ellos no es así, ni con tus chicos fetiche. No es que estén mal, pero no es lo mismo.

De nuevo te permito esta breve decepción porque sé que en la próxima toca que me sorprendas de nuevo.

2 comentarios:

Conchi dijo...

Tampoco yo pierdo la fe en Almodóvar. De esta su última creación no puedo opinar pues aún no la he visto, pero me suelo fiar de las opiniones de Jesús. Por cierto, siempre es un placer leerte por aquí, querido amigo.

ana dijo...

Jesús, estupendo lo que nos cuentas de "Los abrazos rotos". Yo veré la película en cuanto pueda.