martes, 19 de mayo de 2009

La esposa deseada


Sinopsis:

En un barrio donde se exageran los vicios ajenos y se reconoce el bien sólo cuando no hay más remedio, nace Izzat, niño mimado por una madre viuda de 50 años admirada por su belleza y su fortuna. Cuando empieza la escuela, Izzat descubre que existen otras personas: se hace amigo de Hamdún y se enamora a primera vista de Badriyya.El tiempo pasa entre encuentros y reencuentros, ilusiones y desilusiones. Izzat cada vez se deja influir más por Hamdún y se obsesiona más con Badriyya, quien ya no es una niña. El joven desea casarse con ella pero su madre le aconseja que se olvide de esa chica inapropiada, hija de una mujer 'promiscua'.Pronto Hamdún y Badriyya se fugan juntos del barrio, dejando a Izzat solo con su madre y a expensas de un destino contra el que no se rebela.Un relato sobre vidas que se cruzan y elecciones que se evitan.

Después de que la experiencia de haberme atrevido con Saramago no saliera mal, osé enfrentarme a otro premio Nobel del que no había leído nada por temor a encontrarme con un tostón: el egipcio Naguib Mahfuz. Para ello escogí una novela corta, de unas 150 páginas, La esposa deseada. Un acierto que no fuese más extensa pues no sé si la habría acabado.
Para empezar, el mundo islámico, con sus costumbres, sus leyes, sus tradiciones, su inmovilismo, me resulta tan ajeno que difícilmente podré identificarme con un argumento referente a él. Parecido a cuando leemos un drama de honor calderoniano, basado en unos postulados que nos pillan tan lejanos que cuesta sumergirnos en los conflictos de los personajes.

Tampoco ayuda que conserve en el idioma original numerosos vocablos relativos a ropa, comida, etc., por lo que resulta molesto estar leyendo cada dos por tres las notas a pie de página explicativas de la traductora.

Desde el punto de vista de mujer occidental, no lo puedo recomendar, a no ser que queráis que se os enerve la sangre ante tamañas injusticias.

1 comentario:

carolina dijo...

Pues seré masoca, pero a mí me gusta leer sobre esas sociedades que se me antojan tan exóticas, como la islámica o la china, y que en realidad están más cercanas de lo que se podría pensar en un primer momento. No hace tanto tiempo que entre nosotros el encontrar un marido apropiado o una esposa conveniente era una cuestión de vital importancia. Precisamente ayer estuve catalogando (y leyendo un poco, lo confieso) un libro titulado "Ellas solas", donde se contaba cómo esa masacre de hombres jóvenes en edad de casarse que fue la I Guerra Mundial influyó en las expectativas de las mujeres jóvenes que se quedaron en la retaguardia. Al final, se pusieron a trabajar, a estudiar o simplemente a afrontar una vida como solteras sin que eso supusiese el antiguo descrédito. Pero hasta entonces, y hablamos de hace poco más de cien años, la única perspectiva para las mujeres jóvenes era casarse con un partido adecuado. Jane Austen tampoco estaba tan lejos por aquel entonces.