En Madrid llevamos siete días entre sacos de basura y otras amenidades esparcidas sin ningún orden por las calles de la ciudad. Y no sólo eso: los contenedores pequeños necesarios para el aseo de la vía pública - las papeleras pegadas a las farolas, para entendernos - están en su casi totalidad tirados al suelo y rotos, quemados, ultrajados como si de nadie fueran.
El primer día que ví tan ...lamentable espectáculo, pensé que algún gamberro con pocas luces había tenido a bien divertirse y desahogar su desesperante disfuncionalidad, en estas tareas vandálicas callejeras. Evidentemente me estaba equivocando: al segundo día, al tercero y al cuarto, la situación iba empeorando por toda la geografía madrileña. Ya se antojaba imposible que unos pocos indeseables sueltos fueran los autores de tamaño despropósito, pues la ciudad estaba y está literalmente tapizada de papeleras en suelo, mientras parecía que a su innoble y maloliente contenido le hubieran echado al ventilador para darle más y mejor difusión.
La sensación negativa y la rabia que me sobrecogen son tal vez más intensas que las que siento cuando me topo con algún grafiti puerilmente dibujado en algún monumento histórico por sedicentes artistas callejeros de las narices (a los que por cierto aplicaría sin piedad las leyes del contrappasso que tan bien describía Dante en la Divina Comedia: no entro en detalles por ls horas en las que estamos).
Lo que me desespera no es tanto el hecho en sí, que además debería ser penalmente relevante, sino sobre todo la profunda estupidez intrínseca del gesto, que delata (al margen de un civismo inexistente) un cociente intelectivo bajo mínimos por parte de sus autores: todo elemento de la vía pública que quede dañado debe ser arreglado o repuesto con cargo a los bolsillos de los contribuyentes, entre los que se encuentran - por pura y elemental lógica - los mismos responsables del acto vandálico..
Hay que ser tarugo e inútil para encargarse de protestar de esta forma. Francamente no me cabe la menor duda sobre la autoría de estos gestos, que desvirtúan por completo unas reivindicaciones que, si se hubieran llevado de otra forma más civilizada, quizás se hubieran tenido más en cuenta.
Fíjense de hecho en la pobre difusión que ha tenido el mensaje, con respecto al gesto: los medios se encargan de retransmitir imágenes de contenedores quemados y,sin embargo, básicamente omiten dar informaciones sobre las razones de la huelga.
Un muy pobre resultado por un tan alto fin: mantener el puesto de trabajo de los compañeros.
La moraleja es que seguimos sin aprender la lección de la vida, y creemos que nuestro mensaje se va a escuchar sólo si levantamos la voz y rompemos estólida e histéricamente platos que son de todos - justos y supuestos pecadores - y que luego nos cobrarán de todas formas. Enhorabuena a los premiados, y que Dante os pille confesados.
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6 comentarios:
Poco puedo añadir a tu excelente análisis de la situación.
Si en un pueblo tan pequeño como el mío el Ayuntamiento gasta miles de euros en recomponer los daños causados por el vandalismo, la dejadez y la guarrería de mis paisanos, qué no será en la capital.
¿Llegaremos a ser civilizados algún día?
Los motivos de la huelga son muy razonables, y todo viene por la disminución del presupuesto por parte del ayuntamiento que destinará para la limpieza de la ciudad. Luego como siempre los vandálicos aprovechando la ocasión, pero eso es otro problema.
Hace un rato estaban esparciendo basura por las calles de Madrid.
De acuerdo que el Ayuntamiento ha despilfarrado una cantidad ingente de dinero, y ahora estamos los ciudadanos sufriendo las consecuencias- Reducción en el presupuesto de limpieza, peor funcionamiento del transporte público, y no hablo de cultura y arte.
Las que las razones válidas para convocar esta huelga quedan invalidadas cuando los piquetes esparcen basura por las calles, tiran huevos podridos por la calles, y otras cosas, queman y destruyen mobiliario urbano.
Una huelga y vandalismo son dos problemas diferentes, pero en este caso se entrecruzan, se unen y se convierte en un problema colectivo.
Lo sé, Jesús, pero hay un pequeño problema añadido. Dada la deriva que están tomando los derechos laborales en particular y los derechos humanos en general, las únicas bazas que le quedan a quienes reivindican algo que creen justo son dos: la opinión pública y la resonancia mediática. Para conseguir esta última muchas veces hay que hacer cosas que nos restan puntos en relación a la primera. Ahora bien, ¿hay otras formas de conseguir resonancia mediática que no molesten tanto a los ciudadanos de a pie (que al fin y al cabo no son responsables del desaguisado)? Yo creo que sí. Por ejemplo, inundar de basura la sede de la empresa que les quiere hacer el ERE.
En cuanto a los grafitis en monumentos, no tengo palabras. Aunque, por cierto, ¿a qué llamamos grafitis? Para mí, los auténticos son aquellas composiciones coloridas o ingeniosas que adornan (repito, adornan) paredes o muros que de otra forma nos transmitirían una sensación de gris desolación, de anonimia. Otra cosa son los garabatos sin ton ni son que hacen cuatro niñatos ávidos de decir "¡Aquí estoy!", y que los ponen en donde les sale de las narices (por no decir otra cosa) Ésos no son grafitis, son vandalismo gráfico.
Me gusto mucho hacer fotografias de grafitis pues algumas de estas representaciones las considero arte callejero. Pero una cosa es ver uno de estos grafitis en una pared anónima y otra en la catedral de Burgos.
Si los huelguistas quieren tener impacto mediático, lo pueden tener de muchas maneras. Simplemente dejando las cosas tal y como están, tras una semana, ya hay suficiente porquería acumulada. Pero si es impacto mediático de unos pocos se consigue victimizando a muchos, la cosa cambia. La libertad es la libertad, pero el término "mi libertad" es muy relatuvo, la libertad no es una propiedad privada de uno o de un colectivo y uno no puede imponer "su libertad" a la "libertad de los otros". Que se ha despilfarrado mucho dinero y ahora no hay dinero para lo necesario e imprescindible, es verdad y es una vergüenza. Ahora, además habrá que pagar para reponer todo el mobiliario urbano destrozado, y eso saldrá de mis impuestos, y eso significará que habrá que quitarlo de otras partidas que, desde luego, no será el dueldo de los corruptos, sino que saldrá de cultura, arte, educación o algunas de estas partidas "inútiles".
Recuerdo un Madrid extremadamente limpio hace un par de décadas y voy hoy en día en el noticiero tal espectáculo me llena de tristeza y rabia a la vez. Coincido con Carolina por el derecho de todo trabajador de exigir mejoras salariales pero Jesús también está en lo correcto al verse afectados en sus derechos como ciudadanos.
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