lunes, 11 de noviembre de 2013

El amor conquista el odio



No porque haya salido del armario va a dejar de gustarme Wentworth Miller. Esta foto pertenece a la campaña Love Conquers Hate en apoyo a la comunidad rusa de LGBT. La iniciativa, lanzada por Human Rights Campaign (HRC), el mayor grupo de EE.UU. en pro de los derechos de los gais, pide a celebridades, deportistas y políticos de cualquier condición sexual que compartan una foto suya con la camiseta que traduce al ruso El Amor Conquista el Odio.


Es una vergüenza que un país como Rusia, que pretende estar a la vanguardia del mundo moderno, tenga leyes que condenen la homosexualidad. Así que cantantes como Ricky Martin y Fergie, y actores como Jonah Hill, Jamie Lee Curtis, Kevin Bacon, Kristen Bell y el propio Wentworth, cómo no, aparecen en las redes sociales con la camiseta para apoyar la campaña.


Lo que me viene a mi mente enfermiza entra en el terreno de la ficción más utópica (o en mi más guarro morbo). Que digo yo que para apoyar los derechos de los gais en Rusia, mejor que ponerse camisetas, sería quitárselas siguiendo los pasos de Femen, y que Wentworth y Ricky Martin, por ejemplo, se enrollaran en una bonita, artística, lujosa y sugerente sesión de fotos realizada por Annie Leibovitz, que también es del gremio. Y es que estoy motivada porque ayer vi un episodio de Revenge donde dos rubiazos imponentes se pegan un morreo de los de no te menees. También estoy trastornada porque me he pegado un madrugón para que me sacaran sangre y mi cerebro está en modo zombi.


4 comentarios:

carolina dijo...

Toda iniciativa que tenga como objetivo protestar contra quienes infringen los derechos de las personas y reivindicar un mundo con menos violencia, me parece muy bien.

Johnny dijo...

Apoyo 100% detodos en el blog (así quiero creerlo)

Mari Pau dijo...

Lo de Rúsia no tiene nombre, dejan asesinos sueltos como si nada.

carolina dijo...

¿Y qué me dices, Mari Pau, de sentencias españolas recientes, como la del Caso Malaya o la del Prestige? Desgraciadamente, me temo que ya no podemos presumir de rigor judicial, si es que alguna vez pudimos hacerlo.