jueves, 2 de abril de 2009

10 años de Matrix


¡Diez años ya del estreno de Matrix! Aquí no se estrenó hasta junio. Me acuerdo como si fuera ayer que José Ángel (que ya la había visto en Zamora) nos llevó a Nati, a Mari Pau y a mí al cine a verla. También estuvimos comentándola con Ana Pascual y preguntándonos si habríamos escogido la píldora roja o la azul.

Lo cierto es que Matrix supuso un hito para mi generación y las posteriores por su explosiva combinación de efectos visuales tan novedosos con la filosofía subyacente que, pese a ser difícil de digerir, nos subyugaba.

Es todo un espectáculo, pura pirotecnia visual. Para disfrutarla hay que ir no sólo liberado de prejuicios mentales sino con la misma disposición a pasarlo bien que cuando entras en un parque temático. Como intentes analizarla desde un punto de vista racional, se te desmorona. A mí no me decepcionó porque desde el primer momento pasé de reflexiones pseudo científico-filosóficas y me dejé llevar por el juego que plantea.

Para muchos esta peli fue el descubrimiento de Keanu Reeves. No para mí que ya se contaba entre mis favoritos desde hacía tiempo. Aunque su carrera es un tanto irregular, atractivos aparte, se trata de uno de los tipos más genuinos de la industria del cine, bastante apartado del mundillo hollywoodiense.

Aquí os dejo la noticia completa:

Ganó cuatro premios Óscar, recaudó más de 460 millones de dólares y abrió las puertas al cine del futuro. La simbiosis entre espectáculo audiovisual y filosofía de The Matrix, todo un fenómeno de la ciencia ficción, cumplió este martes diez años de su estreno.

Desde la cibernética imagen del comienzo, cuyas letras y números en verde sin orden aparente sirvieron luego como icónico fondo de pantalla para miles de ordenadores, hasta su trepidante y romántico desenlace, The Matrix es puro cine del siglo XXI.

Thomas Anderson (Keanu Reeves), cuyo alias es Neo, descubre gracias a Morfeo (Laurence Fishburne), considerado el sujeto más peligroso por las autoridades, que el mundo en el que vive es una ilusión generada por ordenador, puesta ante sus ojos "para ocultar la verdad".

Esa "verdad" en The Matrix es que los seres humanos son esclavos de las máquinas, que se /rebelaron en un momento de la Historia. Como se explica en el filme, "existen campos interminables donde los humanos no nacemos. Se nos cultiva".

Mientras tanto, la población vive en una realidad virtual, la misma que distrae las mentes humanas -en una actualización del mito de la caverna de Platón- mientras los cuerpos son empleados como fuente de energía para mantener el funcionamiento de las máquinas.

Y ahí comienza la misión, repleta de símbolos cristianos, para Neo -anagrama de One, el elegido-, que debe liderar la lucha por la libertad de la humanidad desde la ciudad de Sión, con la ayuda de Trinity (Carrie-Anne Moss).

Los hermanos Larry y Andy Wachowski, directores y guionistas del filme, trufaron su obra, que posee tantos aficionados como detractores, con homenajes al cine que aman.

Este "thriller", de atronadora banda sonora y repleto de imaginación, combina las premisas de la ciencia ficción tradicional con una tecnología en efectos visuales nunca vista hasta entonces.
Destaca la técnica llamada bullet-time photography, una extremada ralentización asistida por ordenador que registra hasta 12.000 fotogramas por segundo, usada en escenas como en la que Neo logra esquivar las balas de uno de sus enemigos.

Alrededor de la franquicia (tras The Matrix llegaron The Matrix Reloaded y The Matrix Revolutions, ambas de 2003), se creó todo un imperio basado en cómics, páginas de internet, dibujos de anime y videojuegos, que eran partes ineludibles a la hora de comprender todo el universo de la saga.

http://www.20minutos.es/noticia/460259/0/matrix/aniversario/cine/

1 comentario:

carolina dijo...

Diez años ya, quién lo diría. Confieso que a mí no me impactó tanto, desde luego no tanto como Star Wars, pero hay que reconocer que supuso un antes y un después. Sobre esa película ya se han escrito ríos de tinta, incluso un ensayo muy chulo que analizaba a Neo como un nuevo (valga la redundancia) prototipo de héroe cinematográfico y estándar de masculinidad muy alejado de los ochenteros hipermusculados, como Chuache y compañía. Ahora mismo no me acuerdo de los términos concretos del ensayo, pero me gustó y no pude menos que mostrarme de acuerdo con muchos de sus postulados, lo cual es más bien una excepción. Por lo general, ese tipo de análisis hermenéuticos llevan tan al extremo lo de ver significados ocultos, que al final acabo concluyendo que esas exageraciones son una muestra del principio universal de que cada uno arrima el ascua hermenéutica a la sardina de los presupuestos de los que partía el análisis. Será que mi percepción es muy limitada, pero donde yo veo una señora que lleva a pasear un perro, entiendo que es una señora que lleva a pasear un perro. Ni por asomo se me ocurre deducir que en realidad la señora desea sacar a pasear sus reprimidos instintos de ama de casa americana.

En cuanto a los aspectos estéticos, es decir, Keanu, a quién no le mola ese rostro hierático, hermoso y varonil a la par que suave, ese cuerpo bien proporcionado envuelto en estiloso cuero. Dirán lo que quieran de las capacidades de Keanu como actor, pero no se puede negar que funcionó, y que bastó para dar vida a Neo. Y qué decir de Trinity, una heroína rompedora donde las haya. Hasta el punto de que sin ella, no habría Neo. Fue su amor el que dio a luz al Elegido cuando todo parecía perdido. Aunque quizá para mí el personaje definitivo es Morfeo. Si Trinity es de algún modo la madre, él es el padre del Elegido; su fe, su búsqueda sin desmayo es quien despierta al anodino señor Andersen de su rutinaria y falsa vida. Él le conduce a lo largo de su aprendizaje y luego, cuando Neo muere en el cumplimiento de su misión, es a él a quien corresponde la tarea más dura. Tras el pacto entre hombres y máquinas que ha sellado el sacrificio de Trinity y la inmolación de Neo, habrá que sacar adelante a la comunidad humana libre y empezar la terrible tarea de volver a vivir en el exterior.

No entro en la filosofía más o menos mística de la película, pero en cuanto a las pastillas, me temo que yo habría elegido la pastilla roja (era la del sueño, ¿no?) No creo que tuviese el valor y la resistencia necesarios para enfrentarme al desierto de la realidad. Es demasiado duro y desolador. Aunque no se puede negar que Scion es una ciudad con marcha.
Dejo para lo último el capítulo de los efectos especiales y la filmación de los movimientos, que desde entonces ha sido imitada y caricaturizada hasta la saciedad. Lo más curioso es que el principio de todo fue simplemente una idea interesante, gente creativa y medios para llevarla a cabo. Tal vez el amuermado Hollywood actual tendría que hacer memoria.