Anteayer fue el Domingo de Ramos. Aquí existe la tradición de estrenar una prenda de ropa ese día, so pena de quedarte sin manos, con un refrán que reza: “Diumenge de Rams, qui no estrena no té mans”. Para que no me alcanzase la maldición, el jueves anterior me compré en el mercadillo una falda lila que necesitaba para combinar con las prendas que tengo de ese color, que es muy de Semana Santa además. Como hacía una mañana espléndida, creo que estaban en la procesión todos los niños de Agost acompañados de sus papás y abuelos, ataviados todos ellos con sus mejores galas. Para nosotros tuvo de especial que era la primera procesión de Luna, para la que su abuela le había comprado la consabida palma.
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