Sinopsis:
Los Ángeles, 1928. Un sábado por la mañana en un barrio obrero de la ciudad, Christine se despide de su hijo Walter y sale a trabajar. Al regresar a casa, el niño ha desaparecido. Empieza una búsqueda que no parece dar frutos hasta que, meses después, le devuelven un niño de nueve años que dice ser su hijo. Aturdida por las idas y venidas de la policía, los reporteros y sus propias emociones, Christine le deja quedarse a dormir, aunque sabe que no es Walter.
Intenta convencer a la policía de que sigan buscando, pero pronto descubrirá que en la época de la Prohibición en Los Ángeles una mujer no se enfrenta al sistema si quiere sobrevivir. Tachada de loca e incapacitada, por fin encuentra un aliado. Se trata del reverendo Briegleb, que la ayudará a luchar contra las autoridades municipales y a encontrar a su hijo. Basada en un hecho que hizo tambalear el sistema legal californiano, El intercambio es la sorprendente historia de una madre que busca a su hijo y de unas personas capaces de cualquier cosa para hacerla callar.
El intercambio no es la mejor película de Eastwood, pero la crítica no lo ha echado a los perros como sí con Almodóvar. ¿Cuándo aprenderemos a valorar más lo nuestro? A lo que iba: nos cuenta un drama basado en una terrible historia real que parte el corazón. Lo más curioso de la película es la extraña interpretación de Angelina Jolie, personificando un perfil al que no estamos acostumbrados: una mujer sumisa, muy femenina y correcta que hace que quieras sacudirla en alguna ocasión para que reaccione, tanto que cuesta verla en la piel venosa y casi anoréxica de la Jolie. La falta de desarrollo en el resto de personajes es lo que hace caer al filme, se describen como unidimensionales dejando a la película vacía. No sé si es el guión, la actuación, el ritmo de la historia o qué pasa, pero no logra involucrarme en la narración, que a veces saca de quicio por su crudeza.
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